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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Por sus tuits los conoceréis

Que un grupo de militares retirados compartan, en un chat privado en el que se cuentan batallitas y astracanadas de rancio generalato, sandeces como que convendría fusilar a 26 millones de españoles –se supone que votantes de izquierdas que apoyaron en las urnas a los partidos que conforman el actual Gobierno– no puede considerarse opinión compartida por el Ejército español, cuya fidelidad al mandato constitucional se encuentra fuera de toda duda.

La condición de militar supone la limitación de ciertos derechos fundamentales, como las manifestaciones de contenido político. Esos derechos dejan de estar limitados cuando los militares pasan a situación de retiro, de manera que lo escrito en ese chat está avalado por la libertad de expresión. Lo cual no impide considerarlo inaceptable e indecoroso.

Los comentarios de tebeo del abuelo cebolleta ávido de charretera, que se desautorizan por sí mismos y no deberían tener más recorrido que el escarnio público, son repudiables; pero lo son aún más lo que en ocasiones han publicado en las redes sociales políticos en activo, también protegidos por el mandato constitucional de la expresión libre pero obligados a no echar más gasolina a la tea encendida de la polarización.

La ministra Montero, de lágrima fácil, escribió en cierta ocasión en Twitter, en alusión al Rey, que “vienen nuestros recortes, que llegan con guillotina”, como proponiendo un asalto a Las Tullerías. O el vicepresidente Iglesias, que en su día tuiteó que “el problema no es que Salgado trabaje para Endesa y Rato para Bankia, el problema es que millones de gilipollas los votan”. No se atrevió a mandar a los votantes del PP al pelotón de fusilamiento, pero todo se andará...

Por sus tuits –o sus wasaps– los conoceréis. Guardémonos de los falsos profetas, de derechas o de izquierdas, de los lobos rapaces vestidos de ovejas de uno y otro signo. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?

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