Aunque el asunto del teletrabajo está funcionando bien en algunas áreas, la falta de protocolos del sistema deja huecos y rendijas por los que se cuela toda la rebaba de pereza que generamos de modo incesante. Atención, no es nada patológico, lo patológico es trabajar a destajo, pero para que todo funcione la pereza, secreción en principio saludable, no debe superar la raya del rebosadero. Con el trabajo semipresencial y optativo al final nadie sabe dónde está nadie, ni lo que hace, con lo cual cae la tensión. Hay áreas de la Administración pública, por ejemplo, en las que todo va más despacio, cuando debería ser al revés. No se trata de dar marcha atrás, sino al contrario, de darle un nuevo empujón al teletrabajo con protocolos de seguimiento y control de la gestión, así como mejora de los métodos, para que buscando la mayor diligencia no acabemos viajando en diligencia.
