Hay quienes nos felicitan porque hemos vuelto a acertar con la predicción de la segunda ola, que en Asturias podría desaparecer a principios de año. Otros nos hablan de estadística y siempre respondemos lo mismo: no utilizamos métodos estadísticos, que es la ciencia que gobierna la ignorancia; usamos modelos poblacionales deterministas basados en un análisis de incertidumbre robusto. ¿Por qué? Porque esta pandemia posee estructura.
El número máximo de infectados es fácil de calcular cuando se alcanza el pico. La regla es sencilla: multiplicar el número de infectados diarios por 35 y por 40 y se obtiene un intervalo en el que va estar dicha cifra. La duración de la pandemia oscila en los modelos entre 105 y 125 días y parece que el confinamiento absoluto, como ha quedado reflejado en la comparación entre Texas y California, no sirve para nada, solo para arruinar a unos cuantos miles de familias.
Son estas cuestiones que nuestros expertos de Salud Pública tendrán que explicar donde competa si se hace un análisis riguroso a posteriori de los datos. “¿Y habrá tercera ola?”, me preguntan algunos. Yo les respondo: pregunten al pulpo “Paul”, que acierta más que los expertos de Salud Pública. La habrá, pero vendrá atenuada. El ser humano es el único animal que tropieza varias veces con la misma piedra. Mi perrita “Bimba” me lo ha demostrado.
Según nuestro modelo, los casos diarios de covid se situarán en la región por debajo de los cien antes de Nochebuena.
