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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Retrato con puñalada

El estatuto de la industria electrointensiva

Retrato con puñalada

Podría redactar este artículo a base de titulares. Enteramente. Pero no lo haré por educación, aunque acaso sería más impactante. Pero antes de entrar en materia, déjenme decirles que, pese a lo que va a venir, pese al retrato y su veracidad, hay una parte de la realidad asturiana que queda fuera, aquella que exporta y triunfa en el ámbito del metal, por ejemplo, o en el del naval; la que innova y crece en el ámbito informático, tanto en servicios como en creación de programas; el de la construcción. El resto, en gran medida, es este retrato, el que ahora viene:

Superamos los 80.000 parados, una de las peores cifras de todos los tiempos, y tenemos casi 29.000 conciudadanos en regulación de empleo (ERTE), bastantes de los cuales engrosarán inevitablemente las cifras del paro, pues muchos de ellos pertenecen a empresas con grandes dificultades (hostelería, por ejemplo, turismo), que acabarán cerrando. De los autónomos y sus perspectivas no es necesario que les cuente a ustedes.

Ello, naturalmente, está en correlación con otros datos macro: somos una comunidad a la colísima del crecimiento y se estima que nuestra recuperación estará entre las más tardas de entre todas.

Y, en medio de todo ello, llegó, por fin, la puñalada, no por menos temida menos previsible para quien quisiese ver, la del estatuto del consumidor electrointensivo. Durante más de dos años se venía esperando que las empresas grandes consumidoras de energía, no todas asturianas, pero sí muchas de ellas, tuviesen tarifas o compensaciones en los costos energéticos que les permitiesen igualarse con sus competidores europeos y ajustar los precios, tanto para rivalizar con los productos que estos últimos producen como para competir con los que se importan de países de fuera de la unión que fabrican a menores costos, por subvenciones, por mano de obra o por no tener impuestos ambientales o tenerlos escasos.

Pues bien, pese a los lloriqueos del Gobierno asturiano, a las reclamaciones de las empresas y organizaciones empresariales, a las exigencias sindicales, nada de nada. El nuevo estatuto (la nueva regulación tarifaria) ayuda a empresas de menor tamaño, empresas que antes no gozaban de ayudas para su consumo eléctrico y que, ¡nadie piense mal!, están situadas mayoritariamente en Cataluña, Euskadi y Valencia.

Y ahora sí viene algún titular. «La industria asturiana recibe tiros en el pie cada día». «Asturias es el tonto útil y el paganini de la transición energética». Todo el mundo protesta, con más intensidad si no está cerca del poder, con más sordina, si cerca. Hasta el Gobierno asturiano ha dicho que la norma es “poco favorable” y anuncia que alegará, ¡cómo será ello!

La gran industria paga en Asturies más del doble por la luz que en Alemania y en Francia. Ante esa realidad, el Central alega que el nuevo estatuto se acoge los límites que marca la UE, y que las ayudas que dan esos países saltan la normativa. ¡Pues sáltenla ustedes, si es que es así! Pero defiendan a los suyos, a los suyos españoles, en general, y a los suyos suyos, en particular.

Porque no hay que olvidar que el Altísimo recibió el apoyo del socialismo asturiano, y que en sus palmas lo elevaron al Olimpo dos especialísimos ángeles que, según presumen, sobre seguir estando a su lado, velan continuamente por nosotros, los asturianos.

Pues ya ven. Esa vela será de velatorio. Porque, en este caso, del mayor amigo, la mayor puñalada.

Y siempre igual. ¡Pero, hombre, si hasta Pelayo llegó a calar a Munuza!

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