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JC Herrero

La Laboral: fantasmas y Patrimonio de la Humanidad

De continente y contenidos en la pedagogía obrera

Con el pronunciamiento institucional de la mayoría de ayuntamientos de Asturias y el inicio hacia la declaración de Patrimonio de la Humanidad de la antigua Universidad Laboral de Gijón se pone fin a la perenne irracionalidad de ver falanges en todos los frontispicios del magno edificio, si acaso las únicas falanges que se echan de menos han sido las de los obreros lesionados levantándolo, o en su caso de los púberes alumnos que mecanizaban piezas de carpintería, fresa, ajuste y torno sufriendo algún percance en sus manos.

Menos mal que no ha habido enterramiento alguno bajo cimientos, si acaso leyendas urbanas que atribuían un campo santo a las hermanas Clarisas donde ahora se emiten programas de televisión. La única espiritualidad que pudiera evocar religión y patria abdicó en 2008 perdiendo el carácter sacro su iglesia. No hay más ánima que el aguerrido grupo de antiguos alumnos cuya lucha numantina alcanza hasta la UNESCO pidiendo auxilio y justicia cultural.

La Universidad Laboral, ahora Ciudad de la Cultura, quedó retratada con “Calimero” un personaje fascista de las aventuras de Mortadelo y Filemón, que aprovechó el extraordinario plató diseño de Luis Moya, un humor de retranca en un continente excelso necesitado de más cine con contenidos pendientes de sonsacar de miles de vidas que han pasado por uno de los mayores centros pedagógicos de España procurando plantillas de técnicos industriales.

Pero ni con la declaración de Bien de Interés Cultural ni con la de Patrimonio de la Humanidad avanzaremos mientras los fantasmas sigan por las mismas óperas de quienes imaginan a “Calimero” colocando sillares para levantar el edificio, salvo que idealicemos los euros que lloverán del cielo, entre otras causas para retejar la cubierta elíptica de la desacralizada iglesia. Si nos ciegan los cuartos para mantener el continente y no procuramos dar contenidos hemos fracasado.

Una facultad, la escuela de música o de teatro, al minimalismo culinario de una cafetería no son suficiente contenido para dar vida a un corpus que llegó a acoger hasta dos mil almas, alumnos, pletóricas de proyectos por mucho franquismo que acompañara.

Ni fantasmas ni el “Fantomas” de Luis de Funés, el personaje más visto por los alumnos de La Laboral los domingos de cine en el teatro, Asturias está en posesión de un tesoro cultural cuyo potencial es inmensurable, siendo el origen de la pretendida Ciudad de la Cultura es una isla rodeada de establecimientos construidos a su albur, verbigracia centro de ideas, de empresas e innovación, escuelas de ingeniería etcétera que deberían estar en esta fortaleza y no en su órbita girando, eclipsando el sol que les dio luz.

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