El año tampoco favorece los alcoholes olorosos. Una secuela sorprendente del covid-19 es la pérdida de olfato, la anosmia que antes de la pandemia no sabíamos qué significaba. ¿Hay anosmia publicitaria y queda poco más que el dorado paseo de Charlize Theron, la patológica inestabilidad emocional de Miss Dior y una colonia masculina para un músico tatuado que, por primera vez, parece dar un mensaje funcional como producto útil para dejar de oler mal?
Como usuarios no sabemos qué hacer con las colonias. El teletrabajo no las favorece, viajamos solos en el ascensor y la reducción de las relaciones sociales es directamente proporcional a la reducción de usos del vaporizador. Por su naturaleza, el producto es invisible y en su publicidad audiovisual, inodoro, de ahí esos frascos lujosos, esas cajas con dorados y esos deseos de lujo y lujuria asociados. ¿Ha hecho algo el sector para ponerse al día? ¿Ha creado nuevas ocasiones de ir perfumado o intensificando las fragancias para que superen la doble barrera olfativa de los dos metros de separación y la mascarilla?