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Esteban Greciet

Clave de sol

Esteban Greciet

Un recuerdo a Donald Trump

De cómo dos españoles eludimos su discurso

Fue no mucho antes del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York cuando asistíamos a un Congreso de Prensa itinerante en la norteamericana costa Este. Donald Trump, entonces ya rico propietario y muy influyente en la vida social, nos invitó a su complejo de hoteles y casinos en Atlantic City, presumo que no sin intención propagandística.

Tras un aparatoso desayuno en un salón enorme –éramos trescientos–, Trump empezó un largo discurso de bienvenida que algunos interpretamos como no del todo bien informado sobre la historia de España, si hiciéramos caso a nuestro macarrónico inglés, poco de fiar incluso con traducción simultánea.

Entonces, el ilustre praviano Carlos de la Rica, colaborador habitual del que era mi periódico manchego, escritor de peculiares características y cura no menos personal en el conquense pueblo de Carboneras de Guadazaón, vino a decirme por lo bajo que si me animaba a acompañarle para dar un paseo por la playa y charlar un rato.

Total que salimos tan chulos por delante de Trump, que interrumpió unos segundos sus palabras, sin duda molesto, y consumamos nuestra discutible actitud filosofando durante un largo paseo por la playa, de lo que casi nos arrepentimos después. Carlos me absolvió y eso tranquilizó algo mi conciencia.

Una docena larga de casinos gigantescos, de estética absolutamente camp, servían a la ludopatía tan extendida que se palpaba en Atlantic City. Seguro que el Trump de aquel entonces, no tan lejano, ni siquiera soñaba con ser algún día presidente de los Estados Unidos.

Las incomprensibles jornadas vividas estos días en USA nos han revelado que hay gente para todo y que las reacciones de la condición humana ante los acontecimientos es más o menos la misma en Washington que la que podría darse en Carboneras de Guadazaón.

Lo que sí apuntaba en el Donald Trump de la época era la arrogante actitud de habitual triunfador que glosábamos entonces como persona que, llegado el caso, “tendría mal perder”. El tiempo nos ha dado la razón.

Lo hemos comprobado ahora con la sorprendente toma del Capitolio de Washington por una turbamulta sin control y acaso lo veremos de otro modo dentro de unos días en el curioso traspaso de poder que se prepara en Washington.

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