Hago un somero rastreo por la información biográfica en internet sobre Mike Pence, buscando un hilo de liberalismo al que atar su decisión de respetar los resultados electorales, el día del golpe; pero en vano: en un test para identificar al reaccionario genuino da 10 sobre 10. Conforme lo constataba aumentaba mi respeto hacia este hombre, que paró en seco el golpe de apariencia legal que estaba en marcha. Su decisión precipitó la colérica reacción de Trump alentando a sus fieles al golpe insurreccional invadiendo el Capitolio. Refugiado en el búnker, según todas las informaciones Pence dirigió desde allí, sin contar con su presidente golpista, la recuperación del control del Capitolio por la Guardia Nacional, haciendo posible reanudar la sesión que validó la victoria de Biden. Simplemente cumplió con su deber, pero a veces esto resulta tan difícil que es de bien nacidos agradecerlo.
