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Rehabilitación energética y accesibilidad en nuestras casas

La adecuación de los millones de edificios ya existentes

Una vez, que ya sabemos concebir y construir edificios –supuesto o aceptado– sin apenas consumos de energía contaminante y eliminando cualquier emisión, la pregunta habrá de ser ¿y qué hacemos con los millones de edificios existentes y que están concebidos para el uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) relacionados con la calefacción, refrigeración, agua caliente sanitaria (ACS), electrodomésticos, luminarias y demás? La respuesta se resume en la rehabilitación energética.

Desde que entra en funcionamiento el Protocolo de Kioto en 2005, la Unión Europea (UE) se hace también esa pregunta. Una de las ciudades más relevantes que se plantean –hacia 2006– un plan a 30 años para mejorar sustancialmente las condiciones térmicas de los edificios es Francfurt (Alemania), comprometiéndose a intervenir en todo su el patrimonio edificado, comenzando por las más de 80 escuelas públicas. A ello se fueron añadiendo iniciativas privadas con el fin de aprovechar subvenciones públicas sustanciales (mayormente provenientes de la UE por presentar planes viables y adecuadamente enfocados) que, unidas a las aportaciones de los propietarios, permitían cumplir con el compromiso de la UE y el Protocolo de Kioto. Hoy ya vamos hacia el Acuerdo de París, más amplio y preciso. Este ejemplo de Francfurt comienza a generalizarse en Alemania y otros países centroeuropeos y nórdicos, y a la vez España, aunque tarde, empieza a orientarse en esa dirección.

Mientras los países europeos dedicaban aproximadamente (ver cuadro adjunto) el 45% a la rehabilitación y el 55% a la nueva construcción, en España llegaba al 90-95% la nueva construcción y el pequeño resto era para mejorar viejas edificaciones en baños, cocinas, cubiertas y apenas rehabilitación energética.

Es a partir de la ley sobre Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas de 26 de junio de 2013 (BOE 27/06/2013) cuando las políticas públicas comienzan a reservar presupuesto para subvenciones que inciten a los propietarios de edificios y barrios a rehabilitar energéticamente sus casas. Se interviene en los cerramientos de los edificios (las envolventes), tanto en fachadas como en cubiertas y suelos o plantas bajas no calefactadas, pero también se amplía a la sustitución de calderas de calefacción y de agua caliente sanitaria (ACS) con combustibles fósiles contaminantes por otras de biomasa, geotermia, aerotermia y otros sistemas que irán apareciendo y extendiéndose a los electrodomésticos, todo tipo de luminarias / bombillas.

En España esas ayudas se orientan también a la mejora de la accesibilidad, tanto para las casas sin ascensor como para el tránsito de personas con movilidad reducida. Unas provienen de los departamentos de Vivienda, otras del Ministerio de Transición Ecológica a través del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) y otras se complementan por algunas autonomías y ayuntamientos; y todas ellas, eventualmente y si cumplen los requisitos, pueden sumarse, de tal modo que se puede dar el caso de obtener más del 65% del coste de rehabilitación de edificios o barrios enteros. Las subvenciones se tramitan en la Consejería de Servicios y Derechos Sociales en Asturias y en el IDAE en Madrid, si bien he podido saber que está previsto que también estas se territorialicen hacia las autonomías.

Tal vez durante estos últimos años hayan sido Asturias, Aragón, País Vasco y Navarra las comunidades donde más se fue avanzando en rehabilitación de edificios bajo principios de accesibilidad y con criterios orientados hacia la sostenibilidad económica/medioambiental a través y sobretodo de la eficiencia y el ahorro energético.

Al mismo tiempo, este tipo de mejoras repercuten en el valor del edificio o barrio, pues si las nuevas edificaciones están obligadas a suprimir el consumo de energía contaminante, también la rehabilitación integral de casas y barrios debe tender hacia la edificación pasiva, es decir, aquella que no precisa apenas energía para calentar y/o refrigerar y en la que, si fuera necesario algún sistema tecnológico complementario para días extremos, debe provenir de renovables.

Este ambicioso Plan de Rehabilitación Energética se programa en Europa para 2020-2030-2050, fecha esta última en que se supone que alcanzaremos el nivel de consumos y emisiones de 1990.

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