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Ciudad compacta frente a ciudad dispersa

El modelo urbano para Asturias

Vistas de la zona central de Asturias desde el Campo la Liebre, un collado próximo a la cima del Gorfolí. Ricardo Solís

Ciudad compacta es aquella que dispone de una mayor densidad de viviendas por hectárea de terreno y, por tanto, precisa menos calles y menos recorrido en el uso del transporte (público o privado), lo que implica edificios colectivos y con cierta altura. Contrariamente, ciudad dispersa es la que se extiende en el territorio con escaso número de viviendas por hectárea, lo que da lugar al predominio de la vivienda unifamiliar aislada o pareada, con parcela propia, o a edificios colectivos de baja altura con parcela común, mayor amplitud de calles y de transporte.

Como en el planeta está aumentando el número de habitantes y de modo acelerado, el camino de la dispersión exige una radical revisión y el camino de la compactación demandaría intensos estudios y debates para compaginar la edificación en altura con el resto de necesidades sociales, culturales y sanitarias, aunque siempre considerando que cada ciudad necesita su específico estudio.

En la literatura urbanística se dice que la ciudad compacta aceptable es la “mediterránea”, pero ese modelo exige concreción en cada núcleo urbano, lo cual debe ser decidido en los planes urbanísticos, justificándolo. Por ejemplo, cabría preguntarse ¿sería bueno o exigible que en cada vivienda dispusiéramos de un mínimo de horas de soleamiento según exigencias sanitarias? La respuesta en Asturias siguiendo la normativa es que sí, al menos una hora al día (poco me parece), pero ¿tiene soporte científico ese mínimo? Lo desconozco. En Inglaterra se exigen dos horas de sol/día/vivienda; pero en cualquier caso se precisa de la investigación y el soporte científico.

También podríamos preguntarnos si tendría sentido que un núcleo como Grado de unos 5.000 habitantes se compusiese en un solo edificio en altura donde cupiesen todas las viviendas y los equipamientos requeridos por los habitantes. Supongo que todos nos escandalizaríamos, aún sabiendo que existe en el mundo algún edificio con 1.500 viviendas más hotel y espacios para el ocio –existe un proyecto en Panamá–. Aquí habrá que tener en cuenta otros factores de carácter cultural y social que nos orienten a determinar los límites de la compactación y de la dispersión.

Es evidente que la dispersión exige más superficie de viales, más infraestructuras y más recorrido de transporte, lo que aumenta las emisiones de gases contaminantes y va en contra de los Acuerdos de París. Igualmente, se generan otros problemas como la localización de equipamientos o la prestación de servicios o la recogida de basuras, que se encarecerían. Sin embargo, tampoco parecería razonable que por ese motivo no pudieran existir áreas para la vivienda unifamiliar u otras de baja densidad. Ciertamente, a mayor densidad de viviendas por hectárea menor necesidad de calles para el transporte, pero también mayor necesidad de otras infraestructuras de transporte público, subterráneo o aéreo.

Si tuviéramos que aproximarnos a modelos de ciudades compactas, sostenibles, ¿podríamos afirmar que Oviedo estaría más cerca de la compactación aceptable que Gijón, incluyendo en ambos casos el medio rural del entorno? La respuesta precisa de datos y estudios pero en cualquier caso deberá regirse por lo que se demanda para el futuro inmediato en Europa, abarcando los periodos 2020-30-50. En Asturias, donde se están revisando los planes urbanísticos con la vigente legislación que considero obsoleta, el debate ordenado y bien informado para la toma de decisiones se antoja incuestionable.

El modelo de ciudad no afecta sólo al transporte y sus emisiones contaminantes, sino también a la “huella ecológica”. Como la “huella ecológica” se mide en superficie y el planeta Tierra es limitado, exige modelos de ciudades que quepan dentro y que además la vida dentro de ellas no contamine más de lo que el planeta con su envoltorio atmosférico es capaz de soportar. Según estudios realizados por la ONU, si las ciudades del mundo crecieran con el mismo modelo que las de EEUU serían necesarios unos cuatro planetas más como la Tierra.

En Asturias este debate debe producirse para evaluar nuestra tradicional manera de ocupar el territorio, donde las aldeas y parroquias vienen siendo un modelo específico a lo largo de siglos, debido a exigencias económicas, agrarias; y éstas deberían seguir presidiendo la modernización de la región, lo que tal vez obligue a revisar ciertas políticas relacionadas con la Economía y la Ordenación del Territorio. De otra parte, nuestra Área Central ya de hecho configurada obliga al uso del transporte público y privado, lo que demandará una total revisión del modo de movernos para que el tren adquiera una máxima relevancia como medio eficiente y menos contaminante.

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