Soy amigo de Nacho Villaverde desde que coincidimos en el primer curso de la Licenciatura en el Edificio Histórico de la Universidad, entonces sede de la Facultad de Derecho. La amistad no es ajena a estas palabras pero tampoco lo son, creo, el conocimiento de su persona y la obligada sinceridad con quienes lean estas líneas.

Nacho y yo, como la mayoría de quienes cursamos la carrera en los años ochenta y noventa, fuimos las primeras personas de nuestras familias que accedimos a la Universidad y lo hicimos cargados de ilusión y responsabilidad: ilusión por aprender, por formarnos, por contribuir a una sociedad mejor y también, cómo no, por disfrutar de una vida de “mayores”; responsabilidad ante nosotros, nuestras familias y esa sociedad que sufragaba nuestros estudios. Ilusión y responsabilidad, por cierto, que no les faltan a quienes estudian hoy en un contexto laboral mucho más complicado que el de entonces.

Durante la carrera Nacho destacó, entre otras cosas, por su brillantez académica, su sociabilidad y su temprana vocación de profesor pero, sobre todo, por abogar ya entonces, como representante estudiantil, por una Universidad más moderna y acogedora, más plural y más social, en la que estudiantes, personal de administración y servicios y profesorado constituyan un equipo coordinado y no una mera agregación de colectivos.

Volví a coincidir con Nacho cuando me incorporé, algún tiempo después que él, al Área de Derecho Constitucional, disfrutando ambos del magisterio de Paco Bastida. Nacho ya había empezado a poner en práctica su proyecto de universidad moderna impulsando un trabajo colectivo de informatización y documentación electrónica inédito entonces en el ámbito jurídico; también culminando una brillante tesis doctoral sobre la libertad de información, un tema que no ha dejado de cobrar relevancia desde entonces; dos muestras de su capacidad para abrir caminos que, además de ayudarnos a entender el presente, nos sirvan para enfrentar un futuro cada vez más complejo, como evidencia el papel ambivalente de las modernas empresas tecnológicas, que nos proveen de servicios difícilmente prescindibles pero que también son, como las califica Nacho en su último y reciente libro, “poderes salvajes” que se han adueñado del ciberespacio.

Esa idea de la Universidad como espacio para el debate y el trabajo en grupo la siguió desarrollando Nacho en el Área de Derecho Constitucional y en la Facultad de Derecho, contribuyendo de forma decisiva a la innovación docente e investigadora, pero también la proyectó en la propia Universidad de Oviedo, de la que fue Secretario General y Vicerrector durante los mandatos de Juan Vázquez, experiencias a las que sumó la Secretaría del Consejo Social de la Universidad hasta hace un año. Pero no solo se hace universidad dentro de la Universidad: también colaborando profesionalmente con instituciones como el Tribunal Constitucional, donde Nacho trabajó como Letrado, o promoviendo debates de interés social a través del Espacio Fundamentos, foro resultado del acuerdo entre la Universidad y la Junta General del Principado.

Pero, más allá del currículum académico y profesional, Nacho Villaverde es una persona que transmite entusiasmo por lo que hace, que tiene capacidad para intuir qué nuevos retos se nos presentarán, que no escatima esfuerzos cuando de sacar adelante un proyecto se trata, que entiende el trabajo universitario como una oportunidad para la colaboración entre personas que piensan de manera diferente y están llamadas a debatir y conseguir acuerdos.

Además, lo que no es poco, Nacho tiene sentido del humor y una no muy frecuente capacidad para reírse de sí mismo, por lo que no se ofenderá si pongo públicamente en duda sus presuntas dotes musicales. Y es que, aunque nadie es perfecto, entusiasmo, esfuerzo, sentido de la anticipación, gusto por el debate, trabajo en equipo, capacidad de diálogo, sentido del humor y una saludable ironía no son un bagaje menor para dirigir nuestra Universidad. Por todo ello, y en confianza, me atrevo a pronosticar que Nacho Villaverde será un magnífico Rector de la Universidad de Oviedo.