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Mariola Riera

Como dicen en mi pueblo: ¡Dios te oiga!

Esperar por la llegada de los fondos europeos para el medio rural, un acto más bien de fe

Banderas de la Unión Europea (UE). EFE

Los fondos rurales Leader son un dinero que Europa reparte entre sus países miembros para ayudar a que los pueblos no se queden atrás, sin vecinos, y que la gente que en ellos vive tenga allí trabajo y pueda incluso montar su propia empresa.

Así las cosas, en Asturias, el año pasado, tocaba repartir unos 4,5 millones de euros entre decenas de personas (autónomos y pequeños y medianos empresarios) y ayuntamientos de la zona rural que presentaron sus proyectos para recibir las ayudas.

Pero como el coronavirus lo puso todo patas arriba, la tramitación de las solicitudes saltó por los aires, se demoró y se complicó. Aun así, en pleno verano, incluido agosto, los promotores de los proyectos se pusieron las pilas y se dieron un apurón para llegar a tiempo con el papeleo, tal y como les pidieron en las oficinas de los grupos de desarrollo rural (un total de 11 en el Principado), cuyos técnicos sudaron la gota gorda para completar y tener lista la documentación en plazo.

El objetivo era mandar todo y cuanto antes al Principado para que este pudiera publicar en el BOPA de inmediato la resolución de la concesión de las ayudas (es decir, el listado de los que accedieron a ellas) y, acto seguido, tramitarlo todo ante la Unión Europea para que esta diera luz verde (en Bruselas miran con lupa cada céntimo) a la primera tanda de los fondos, esos aproximadamente 4,5 millones de euros.

Pero hubo un problema. El Principado no cumplió. La Consejería de Medio Rural no publicó nada en el BOPA. Según se explicó, hubo un atasco burocrático debido a la pandemia. Además –recalcaron y recalcan– se alargaron los trámites al ampliar la cuantía de los fondos Leader para dar cobertura a las muchas solicitudes de ayuda que hubo.

Con todo, a finales de noviembre, LA NUEVA ESPAÑA se hizo eco de la intranquilidad, temor y malestar de los emprendedores, alcaldes rurales y gestores de los grupos de desarrollo ante el mutismo de la Consejería que dirige Alejandro Calvo. No acababa de publicar la resolución de las ayudas en el BOPA y el tiempo se echaba encima. Pero en el Principado aseguraron que se llegaría a tiempo.

El malestar creció –los alcaldes de la Asturias rural tienen en el aire la financiación de importantes obras– y finalmente Medio Rural admitió lo que era un secreto a voces: era imposible llegar a tiempo. La Consejería tuvo que mover ficha y en diciembre anunció una “reprogramación de anualidades”, que no es otra cosa que trasladar a este 2021 los pagos que se deberían haber efectuado en 2020. La solución satisfizo a medias a unos atónitos y enfadados alcaldes, emprendedores y gestores, pero tampoco hubo más alternativa.

Después de más de un mes sin noticias –salvo la publicación en el BOPA de esa “reprogramación de anualidades”–, dice Alejandro Calvo en una entrevista en LA NUEVA ESPAÑA que, en relación a esos fondos Leader que no se repartieron en 2020, “se trataba de adaptar su ejecución al ritmo real de los promotores en un año tan difícil”.

Asombrados se habrán quedado los citados promotores después de haberse dado el apurón con el papeleo en el verano para nada. En todo caso, la Consejería es la que debería haber adaptado su “ritmo real” al de ellos.

También dice el Consejero en la entrevista que “se han reprogramado las anualidades de ayudas para dar cobertura tanto a los proyectos que se ejecutaron en 2020 como a los que no” y que “hay un fuerte incremento de las ayudas Leader que cubren toda esa reprogramación”. Todo está por ver. Los emprendedores no están tranquilos porque su situación es difícil.

Hay casos de gente que ha adelantado de su bolsillo miles de euros en base a unas ayudas que no han llegado y ya no pueden adelantar más; otros que tienen créditos pendientes en bancos que no les dan luz verde sin el aval de las subvenciones; profesionales que dieron el paso de hacerse autónomos por los hasta 35.000 euros de apoyo en total que les brinda la UE, pero que valoran ya darse de baja si no llegan...

En resumen, muchos negocios de futuro en los pueblos –esos de los que tanto les gusta hablar a los políticos últimamente para llenarlos de gente y de empleo– que corren el riesgo de perderse porque no llega el dinero de Bruselas. El Consejero puede mirar caso por caso, descritos en los expedientes atascados que se guardan en los cajones de su Consejería.

Hasta que su nombre no salga en el BOPA, esa gente duerme poco. O más bien no duerme. Dice Alejandro Calvo que no hay problema y que el dinero llegará. Como dicen en mi pueblo: “¡Dios te oiga!”. Porque a estas alturas creérselo es más bien un acto de fe.

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