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Tino Pertierra

Solo será un minuto

Tino Pertierra

El lado bueno de las cosas

Marisa: “Ya que insistes, te lo diré: lo que aprendí de mi madre que más valoro es su capacidad para ver siempre el lado menos negativo de las cosas. Ojo, que no digo positivo. Mi madre no era optimista por naturaleza pero detestaba los lloriqueos y mantenía lo más lejos posible de ella a la gente quejica, así que prefería quedarse con el vaso medio lleno porque estaba harta de sufrimientos tras veinte años de matrimonio con un hombre que tenía el suyo siempre lleno de vino. Mi padre no era mala persona cuando estaba sobrio, es decir, un par de horas al día, y me las dedicaba a mí. A veces me pregunto si mi madre sufría más recordando cómo era el hombre que conoció, y del que se enamoró, que viendo el desastre de sus últimos tiempos, cuando usó el bar para sepultar sus fracasos financieros y eligió la autoexterminación antes que la resistencia. Yo prefiero quedarme con lo mejor de él. El vaso medio lleno, ya sabes. Lo aplico a las mayores pequeñeces del día a día. Por ejemplo, hace unos meses me compré un teléfono más listo que el hambre que se desbloqueaba al reconocer mi cara. Antes lo hacía con mi huella, pero se ve que los inventores no tienen mucha confianza en el nivel de esfuerzo de sus compradores. El caso es que llegó la pandemia y el aparato ya no me reconoce y tengo que teclear una contraseña. Un avance que retrocede. El aparatito, además, es superdelgado y tiene un diseño precioso, pero en cuanto lo metes en la funda o la carcasa, esas cualidades se desvanecen. Yo veo el lado positivo: me quita cualquier tentación de presumir por un simple objeto que solo uso para llamadas y mensajes. Y mi madre se sentiría orgullosa de mí por ser capaz de ver algo positivo a las mascarillas: por fin puedo ir hablando sola por la calle sin que me miren raro”.

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