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Camilo José Cela Conde

Robots

El temor de Hacienda sobre el futuro de las pensiones por la automatización de los empleos

Los poderes públicos andan preocupados. Por poderes públicos cabe entender aquéllos que más afectan a nuestros bolsillos: la Agencia Tributaria, ministerios como los de Economía y Hacienda o la Seguridad Social, tesorerías varias, vicepresidentes con obsesión por sacarnos los cuartos...; llamémosles a todos Hacienda y acabamos antes. Pues bien, las razones del temor de Hacienda parecen de ciencia ficción: los empleos desaparecen a causa de la abundancia de automatizaciones que sustituyen los obreros por robots; con menos empleos, cotizaciones a la baja. Y para llamar la atención sobre el problema Hacienda dice que viene el lobo de la imposibilidad de pagar las pensiones. Pero hay mucho más. ¿Tendrán que renunciar a sueldos de por vida los diputados en Cortes que han trabajado –perdón por la hipérbole– durante una o dos legislaturas? ¿Se quedarán los expresidentes sin pensiones principescas, secretaría perpetua, coche oficial en la puerta y gastos de representación para irse a América a conspirar contra nosotros? ¿Tendrán que renunciar las comunidades autónomas a abrir embajadas en el extranjero y poner satélites en los cielos?

Para evitar tan negro panorama, a Hacienda se le ha ocurrido que habiendo cada vez menos trabajadores sean los robots los que paguen sus impuestos. Una idea brillante, sólo oscurecida por el detalle menor de que los robots no reciben sueldo así que, ¿de dónde saldrán los dineros para que coticen? La respuesta es obvia: de nuestros bolsillos. De donde proceden todas las tasas que se supone que han de gravar a las multinacionales como Amazon o Google y a las grandes fortunas que aparecen publicadas en las revistas económicas. Lo cierto es que quienes mucho tienen pagan muy poco y, ya que estamos, ¿cuántos de los 500 millones largos que ha ganado un solo futbolista y han sido portada en la prensa salen por la vía impositiva de su cuenta corriente, no de la del club en el que juega? Entre repercusión a los clientes, sociedades tipo Sicav e ingeniería financiera, es la clase media la que soporta el peso casi íntegro de los impuestos que nutren los presupuestos generales del Estado y, cuando se acaben los dineros de Europa, lo harán en exclusiva. Pero la clase media se empobrece así que será la que queda por debajo la que financie las alegrías de los que mandan.

Salvo reforma de verdad, no como las que tanto se anuncian por parte de quienes saben que no las harán llegar. Una youtuber, o influencer, o lo que sea que se llamen esos nuevos dueños de la sociedad convertida en red, acaba de anunciar que no se piensa ir a Andorra porque quiere pagar impuestos aquí. Es, por supuesto, la excepción pero pone el dedo en la llaga. ¿Andorra? Sí, ese paraíso fiscal al que el Gobierno envía las vacunas contra la covid que no tenemos. Propongo que mandemos, en vez, a los robots a Andorra y no paguen como siempre aquí justos por pecadores.

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