Por muy instalado en el cabreo que se esté, o en la desolación, el desencanto o el enojo, resulta injustificado el desahogo anónimo de lanzar docenas de huevos contra la fachada de la vivienda del presidente del Principado en su localidad natal. Se podrá poner en solfa a Barbón porque en el pentagrama de su gestión falten bemoles para dar un puñetazo sobre la mesa de algún Ministerio que ejerce de cilicio punzante sobre la castigada espalda de Asturias; se podrá estar en desacuerdo con los palos de ciego de la gestión autonómica a costa de la suspensión temporal de un derecho como el de la movilidad, pero ni siquiera la mayor frustración o hartazgo autoriza ataques de ese tipo. Existen cauces más democráticos para expresar la discrepancia que ensuciar la acera de Barbón con ingredientes que hubieran hecho una buena tortilla.
Aún más criticable que el recién inaugurado campeonato de lanzamiento de huevos a fachada ajena es la proliferación de memes de mal gusto, en ocasiones incluso injuriosos, cuando no homófobos, contra Adrián Barbón en grupos de Whatsapp y en redes sociales, que quedan impunes. El líder de los socialistas asturianos está sometido, en razón de su cargo, a la crítica ciudadana, pero nadie, ni siquiera el primer servidor público de la región, lleva en el sueldo un plus por soportar insultos, maledicencias o ataques injustificados a su persona o a sus seres queridos.
La política regional ha cerrado filas con el Presidente. Si acaso choca la tibieza de la popular Teresa Mallada: la unanimidad es irreemplazable en asuntos de este tipo, donde no caben medias tintas ni intereses de bandería.
En cualquier caso, amiguitos del lanzamiento gallináceo del reciente “molotov” ovíparo: el que quiera huevos estrellados que vaya a comerlos a Casa Lucio, cuando Barbón tenga a bien desprecintar la frontera del Huerna.
