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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Un pirómano en Moncloa

A Pablo Iglesias Turrión se le reproducen los detractores por esporas, como los champiñones. Ahora, 196 firmas de reconocido prestigio político (ciertamente, unas más que otras) acaban de retratar al vicepresidente segundo del Gobierno de España al óleo sobre lienzo con la maestría de un Goya. Los abajo firmantes (exministros y antiguos altos cargos del PSOE y del PP, junto a algún dirigente de Ciudadanos) le llaman al líder podemista de todo menos guapo: le acusan de socavar la imagen del país, de renegar de la dignidad democrática. Lo tachan de desleal y critican su “chabacanería intelectual y moral”. Y rematan aduciendo que Iglesias “es persona socializada en el rencor”.

Cierto es, como relata el comunicado de “La España que reúne”, que a lo largo de su historia la democracia española ha tenido gobernantes buenos, malos y mediocres, idóneos y vulgares, ejemplares y corruptos. En lo que somos primerizos, sin duda alguna, es en ver sentado en la mesa camilla de Moncloa a un dirigente político que compara al fugado Puigdemont, “de estancia balnearia en Bruselas”, con los españoles que tuvieron que acogerse penosamente al exilio. O que vocea desde tribuna pública que en España no existe una situación de normalidad democrática plena. Está el personaje en cuestión para repartir credenciales de honestidad, para pasearse de Moncloa a Galapagar con el bote de las medallas al mérito...

Sin apelar a la reforma laboral, los que ponen su rúbrica en la carta reclaman el despido procedente. Firmantes como Leguina, Redondo Terreros o Corcuera, Cayetana Álvarez de Toledo o José Manuel García Margallo alertan de que el Consejo de Ministros ha dado asiento a un pirómano y piden a Sánchez que se lo cepille, antes de que rocíe con gasolina el Estado de derecho.

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