La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Carlos Fernández Llaneza

Árboles ovetenses de “Guinness”

Un día de 1950 Sir Hugh Beaver, director general de la destilería Guinness, se encontraba en una cacería en el condado inglés de Wexford y discutía con sus compañeros si el pájaro de caza más rápido de Europa era el chorito dorado o el Urogallo. Fue ahí cuando se les ocurrió la idea de que un libro que diera respuesta a este tipo de preguntas podría llegar a ser popular. Y acertaron. Así nació el libro de los Guinness que se publica cada año. En él se recogen los récords de las cosas más disparatadas. No sé si estará en el libro, pero hoy se me ocurrió pensar, y no me pregunten por qué, ¿cuál será el árbol más viejo de Oviedo? Pues a expensas de que en cualquier rincón de la hermosa zona rural de nuestro municipio quede alguno que supere a estos, he encontrado varios candidatos: en el Campo San Francisco, en el Naranco, y en Santa Ana de Vega o de Meixide. Empecemos por este último: el texu centenario que está delante de la capilla. Uno de los más longevos de Asturias y, seguramente, el único en la ciudad de este calibre. En la hoja dominical de la parroquia del Cristo correspondiente al 14 de mayo de 2017, su párroco, Julián Herrojo, escribe sobre este tejo en estos términos: “Junto a la capilla de Santa Ana tenemos uno de los más grandes (tejos) de Asturias que forma parte del grupo de “los tres” que tienen seis metros o más metros de perímetro: Bermiego (Quirós), Santa Coloma (Allande) y Salas. El tejo ha sido tradicionalmente plantado junto a las iglesias precisamente por su longevidad, teniendo así la seguridad de que permanecerá por varios siglos. En Asturias hay catalogados 256 tejos en el campo de la iglesia”. Es muy dificultoso cifrar la edad de este tejo, pero se calcula que puede rondar ¡los cinco siglos! En el Naranco encontramos un gran eucalipto. Se encuentra cerca de la carretera que conduce a la cima, concretamente y, según cuenta en un completo artículo titulado “El Naranco, atalaya de Oviedo” publicado en este periódico por José Enrique Menéndez, en Casa Licos, plantado por Cándido en 1900, poco antes de emigrar a Cuba; o sea, hace tiempo que se nos ha hecho centenario.

Y vamos, cómo no, al Campo, “justo orgullo de los ovetenses y corazón vegetal de Vetusta” en palabras de Juan Antonio Cabezas. El más significativo, entre el medio centenar de especies de árboles, es un ejemplar de roble que está plantado a los pies del pobre kiosco de música del Bombé, casi rodeado por la horrible y prescindible estructura denominada “Pavo Real”. Se cree que pudo ser plantado entre 1620 y 1670. También en el Campo hay dos grandes eucaliptos que cuentan entre 125 y 135 años de vida. Asimismo tenemos un ejemplar más que destacar por su longevidad o por su altura: un hermoso ejemplar de plátano de sombra cercano a los 35 metros de altura.

Pues si para muestra vale un botón, espero que estos ejemplares nos sirvan para valorar, respetar y amar a los árboles. Necesarios e imprescindibles. Siglos acogiendo a los ovetenses a su sombra. Siendo excepcionales testigos de nuestro desarrollo como ciudad. De nuestros aciertos y errores. De nuestras esperanzas y frustraciones. Reuniéndonos a su alrededor. Hermanándonos como carbayones. Bien lo decía Miguel Hernández en su alabanza al árbol: “Agrupas a los hombres y los haces hermanos en tu umbría”.

Compartir el artículo

stats