La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

JC Herrero

Los niños no cavan trincheras

Lenguaje musical: futuro imperfecto de una generación

Son muchos los indicadores sociales con los que podemos barruntar la crónica retroactiva, de aquí a veinticinco años, que objetivará este mal sueño mundial iniciado en Wuhan, China. Además de la alopecia con la que solemos crear expectativas de tiempo, un cuarto de siglo implica a toda una generación, la que para 2050 será la “Baby covid”.

Con las hemerotecas y bibliotecas, los historiadores deberán consultar fonotecas y videotecas, videoclips que dejan huella indeleble, no de lo que pensaban nuestros niños, sino de aquellos por los que se dejan influenciar, redención al fin y al cabo con la que echar mano de religión o magia. La espiritualidad y la música van de la mano.

Escudriñando la situación emocional de nuestro país, a través del hit-parade del año pandémico 2020, adelantamos que son buenos tiempos para la lírica. Los principales videoclips del panorama plasman un escenario sensual y cromático que va del voluptuoso rosa “Tusa” –de Karol y Nicki– a la new barbacoa-beach en el “Ozuna” de Caramelo.

También el éxito de “Jeepeta” y su empoderamiento hispano, llevado a hombros de un cuatro por cuatro. Un pop que recoge sinfín de epígrafes repletos de feromonas virales con los que los fans repican sus campanas adolescentes y credo musical, propio de las guerras y el alto el fuego en trincheras, equivalente al patriotismo entonado por el Ejército Rojo –su “Adiós de la eslava” en la I Guerra Mundial– o el “As Time Goes By”, el de –“tócala de nuevo, Sam”– de 1942, entonces sí había trincheras.

Nuestros niños, si asumimos que este estadio se extiende hasta bien entrada la veintena, se aficionan tempranito con su bautizo virtual en el Tiktok. Lo que antes fueron escenarios ahora son streams. Youtube se transforma en Benidorm o Miami. El cantante Chema Rivas apura “Mil Tequilas”, otro éxito en la pandemia, echando al traste aquellos tiempos en que las autoridades educativas querían eliminar el alcohol de la publicidad. Se equivocaban.

Del rosa arrebol y epicúreo al “Morado” de J. Balvin, colombiano que invade nuestros sentidos, es como que si el alma latina quisiera entrar troyana en la madre patria que les colonizó, resarciéndose con seductores contoneos, heredados de los esclavos africanos que les dieron swing. A Elvis le prohibían mover la cadera cuando se alistó, enmudecieron su rock de trincheras.

Para más honra cervantina el puertorriqueño Bad Bunny, con su “Safaera”, nos remite a una crónica exacta de trincheras de salón, con niños y Tiktok, agazapados en el estatismo obligado del confinamiento. Es el mismo espíritu, sin más contoneo que un sofá y un mando a distancia. Es por eso que los niños no cavan trincheras. Esta no es su guerra. Aceleramos su futuro imperfecto del que tendrán respuesta con la perspectiva que da el historicismo, allá por 2050.

Compartir el artículo

stats