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Susana Solís

Futuro Europa

Susana Solís

Un mecanismo europeo para salvar la industria

El Pacto Verde, una oportunidad para Asturias y la UE

Cuidar el medio ambiente y, al mismo tiempo, proteger la industria. ¿Vamos a saber cuadrar este círculo en Asturias, en España, en Europa? Creo que sí. Por eso me gustaría hablaros hoy de un mecanismo muy importante que la industria lleva reclamando hace tiempo para disminuir a nivel global las emisiones de CO2 sin sacrificar la competitividad de nuestras empresas: el llamado Mecanismo de Ajuste de Carbono en Frontera.

La Unión Europea se ha comprometido a alcanzar la neutralidad climática –o sea, emitir solamente los gases que seamos capaces de absorber– de aquí a 2050. La realidad es que ahora mismo Europa produce únicamente el 9% de las emisiones globales de CO2 (en gran parte, gracias al esfuerzo de la industria europea), mientras que China y Estados Unidos producen, respectivamente, casi un tercio y en torno al 15%.

Problema: la disminución de CO2 en Europa se ha visto contrarrestada por el aumento de las importaciones procedentes de terceros países con procesos de producción más contaminantes. Es decir, en vista de las exigencias medioambientales europeas, hay empresas que optan por transferir su producción a terceros países con menos restricciones y ofrecer a los consumidores productos importados: más baratos, sí, pero menos limpios. Es lo que se conoce como fuga de carbono.

Hemos visto cómo, poco a poco, la industria europea que fue el pilar de nuestra economía va quedando cada vez más y más debilitada. Ante esta situación, la UE tiene que aprovechar su peso comercial para implantar un mecanismo en beneficio del planeta y de su industria. Eso es el Mecanismo de Ajuste de Carbono en Frontera.

Su funcionamiento tiene todo el sentido: igual que los productores europeos tienen que pagar un precio por el CO2 que generan, los productores de otros países también tendrán que pagarlo si deciden exportar sus productos a Europa.

Este mecanismo es una oportunidad única para Europa, y dentro de Europa, para la industria asturiana, que además del grave problema de los altos costes energéticos, sufre un fuerte castigo por las importaciones de terceros países que no tienen normas exigentes en cuanto a emisiones. Imponer los mismos costes por las emisiones de carbono a los importadores que los que tiene esa industria contrarrestaría la tendencia de las empresas europeas a deslocalizar su producción. El principio está claro, pero como siempre, el diablo está en los detalles.

En el Parlamento europeo estamos empezando a diseñar este mecanismo que se comenzará a aplicar de forma parcial en 2023, y aún queda un largo proceso hasta que se acuerden los detalles. En la actualidad se sigue debatiendo si se aplicará únicamente a emisiones directas o también indirectas; y si se aplicará a las materias primas o también a productos intermedios. Por ello, estamos pidiendo que haya un periodo razonable de transición, para asegurar que el mecanismo funciona, cumple con su objetivo medioambiental y es positivo para la industria europea.

Para poder hacer realidad el Mecanismo de Ajuste hay que asegurar su compatibilidad con las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), de forma que se asegure que no hay discriminación entre productos domésticos e importados. Además, a medida que se vaya aplicando el mecanismo, la consecuencia natural –y la obligación jurídica, si queremos que sea compatible con la OMC– es que vayan desapareciendo las asignaciones gratuitas del régimen de comercio de derechos de emisión de la UE (las llamadas free allowances).

Pero si queremos que la industria esté preparada para este cambio radical tendremos que hacerlo poco a poco. Las asignaciones gratuitas tendrán que desaparecer, pero no de golpe. Tendrán que estar aseguradas durante un periodo de transición, y se disminuiría su cantidad de manera progresiva. Si nosotros no pagamos por las emisiones que realizamos, la UE no puede exigir a los productores de terceros países que paguen por las emisiones de carbono al exportar a Europa.

En definitiva, un mecanismo complicado, pero necesario para ayudar a la industria europea que cumple las normas y que contribuye a que el planeta respire mejor. Hacer todo eso no puede estar penalizado, y no lo estará si logramos que contaminar menos sea, de verdad, cosa de todos.

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