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Adiós a un universitario ejemplar

Se nos ha ido el Profesor Víctor Riera, Catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Oviedo. No ha podido superar el embate de la terrible enfermedad que nos asola desde hace un año, justo cuando todos creíamos que podíamos estar empezando a vencer esta devastadora pandemia.

El Profesor Riera se formó en la Universidad de Oviedo, y posteriormente inició una carrera universitaria que le llevaría por las Universidades de Zaragoza, Bristol, Barcelona y Valladolid. Pero sería a partir del año 1982 cuando, tras su traslado desde esta última a la Universidad de Oviedo, pudo desarrollar el periodo más extenso y fructífero de su carrera científica, acompañado de un nutrido grupo de jóvenes investigadores que le seguimos desde tierras castellanas y de otros, ya asturianos, que se fueron incorporando progresivamente a su equipo investigador, y que le acompañaron hasta el momento de su jubilación. Bajo su dirección, la Química Inorgánica en Oviedo alcanzó elevadas cotas de excelencia, reconocidas en el ámbito científico nacional e internacional.

El Profesor Riera no sólo se ocupó de impulsar una investigación de calidad en el contexto de la química organometálica internacional, sino que siempre manifestó una gran preocupación por mantener unos altos estándares de calidad en todas las actividades docentes del Departamento de Química Orgánica e Inorgánica de la Universidad de Oviedo, departamento que dirigió durante muchos años, de modo que se atendieran igualmente los dos deberes esenciales del profesor universitario: Generar nuevo conocimiento y transmitirlo.

El Profesor Riera poseía un carácter cercano y afable. Además de ser un excelente profesor en el aula, fue un magnífico director de investigación que siempre motivó a sus discípulos para desarrollar sus propias ideas y apoyó sus esfuerzos por abrir nuevas líneas de investigación que permitieran no sólo ampliar las fronteras del conocimiento científico, sino también contribuir a resolver desde la química algunos de los problemas de nuestro tiempo.

Se ha ido, en definitiva, un universitario ejemplar, un referente y un padre científico para muchos de nosotros y, por encima de todo, un buen hombre en el amplio sentido de la palabra.

Hasta siempre, maestro.

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