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María del Carmen Escandón

Todos los días son 8M mientras sobren los motivos

En defensa de la igualdad laboral y de las concentraciones estáticas convocadas

Para el feminismo sindicalista, sindicalismo feminista, todos los días son 8M, porque cada día tiene su afán en la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres en el ámbito laboral y, por tanto, en la sociedad en general. Y porque, aunque el camino recorrido en nuestro país es mucho en relativamente poco tiempo, el que queda por recorrer es aún largo, y de todas y todos depende culminarlo cuanto antes.

La razón de ser de la celebración del 8M está más viva que nunca tras un año de pandemia sanitaria mundial. Y lo está porque las mujeres, que han estado al frente de la lucha en sectores esenciales feminizados, muchos de ellos con alta temporalidad y precariedad en las condiciones de trabajo y en los salarios, están siendo las más afectadas.

La tasa de actividad femenina es 10,7 puntos inferior a la masculina, en 2020; el 88,90% de la población inactiva que dejó su último trabajo en los tres últimos trimestres de 2020, por cuidado de niños/as o de personas dependientes, eran mujeres. El 74,03% del empleo a tiempo parcial es femenino. La brecha salarial entre mujeres y hombres es del 21,41% de media, en España, y, en Asturias, se dispara hasta el 29,26%.

Y en esta situación está claro que hay demasiados intereses en que no seamos iguales, porque el sexismo sale barato. En el mercado laboral, los empresarios se ahorran 44.000 millones de euros al año en sueldos merced a la brecha salarial, lo que supone el 3,6% del PIB de 2018. En el hogar, las mujeres asumen la mayor parte de la carga de trabajo, la corresponsabilidad es deficiente. El trabajo de cuidados no pagados, que ejercemos mayoritariamente las mujeres, representa más del 10% del PIB. Y estamos hartas, hasta aquí hemos llegado. Las empresas tienen que cumplir la ley y el Gobierno exigir que la cumplan.

Somos plenamente conscientes de que seguimos en pandemia y que cada día son muy altas aún las cifras de contagios y las muertes. Pero a nadie se nos escapa que la vida sigue, que las mujeres y los hombres seguimos desplazándonos a diario para acudir a nuestro puesto de trabajo (quienes aún lo conservan), en transportes públicos que están frecuentemente hacinados y en los que también se producen contagios.

El dilema entre salud y economía, en el que algunos/as se posicionaron claramente a favor de esta última desde el primer momento, no es tal dilema para las mujeres, que suponemos más del 70% del sector sanitario y más del 90% de sector sociosanitario –dependencia– y que por tanto hemos mirado al coronavirus de frente y conocemos su dureza. Sabemos que, sin salud, todo lo demás obvia y por ello las concentraciones estáticas que tendrán lugar el próximo día 8M, se llevarán a cabo con la observación más escrupulosa de todas las medidas sanitarias que la pandemia impone. Pero también somos conscientes de que no hacerlas supondría un éxito para quienes nunca han defendido el 8M, ni en pandemia, ni sin ella. Para quienes persiguen el silencio de las mujeres, ese que nos ha costado tantos siglos romper y que nos ha resultado tan caro.

Así que, el próximo 8M ni la señora Ayuso ni Vox se manifestarán por la igualdad entre mujeres y hombres, porque nunca antes lo han hecho, ni lo harán tras la pandemia, que este año utilizan como excusa de mal pagador. No los echaremos de menos. A todos los demás, los invitamos a hacer del 8M 2021 un día de reivindicación de algo que siempre debió ser así, la igualdad entre sexos, porque la refundación de nuestra sociedad necesita de todos y todas, con todas las capacidades y los talentos. A quienes lo hagan de forma presencial, respeto exquisito a las medidas sanitarias, y a quienes opten por las redes sociales, háganlo masivamente y también con exquisito respeto, el que nunca muestra la ultraderecha hacia esta justa causa.

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