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Francisco Sosa Wagner

¡Viva Horacio!

La gramática española frente a la democracia participativa

¡Viva Horacio!

De nuevo es preciso salir a defender con la pluma a personas que han recibido el zarpazo de insultos, burlas y otras muecas despectivas. Ahora se trata de un ministro, nada menos que un ministro actual, los de la cogobernanza transversal y resiliente. ¿De qué se acusa a este hombre? Pues de haber dicho “proponido” en lugar de “propuesto”.

¿Y qué? ¿Dónde está la infracción? ¿Se recoge en algún código? ¿En algún reglamento? ¿En algún texto de las Sagradas Escrituras? No. Simplemente en la gramática española.

¡La gramática española...! Primero empecemos por el adjetivo “española”: ¿Qué significa cuando ha sido sustituida por lo plurinacional y lo asimétrico? Y ¿qué es la gramática? Según ha explicado un erudito a la violeta, una porción de reglas para hablar y escribir con corrección.

¿No se advierte que detrás de esta palabrería lo que hay es simplemente la mofa a un ministro del Gobierno? Un compañero del olimpo ministerial también ha dicho en el ambón del Congreso “obtuvido” por “obtuvo” y se ha puesto el grito en el cielo como si hubiera cometido una falta imperdonable, por ejemplo, hubiera dirigido un piropo a una magistrada de lo contencioso-administrativo.

Vamos a ser serios: esa gramática que al parecer contiene la forma de conjugar los verbos ¿se ha aprobado en alguna asamblea democrática, tripartita y paritaria? ¿Han intervenido los agentes sociales, es decir, los sindicatos de clase? ¿Alguien ha contestado a estas preguntas sencillas pero que van al meollo de la cuestión?

Convengamos en lo siguiente: nadie. A lo más se ha balbuceado algo relacionado con una Real Academia y, cuando se ha querido saber qué era la tal Academia, lo descubierto es que se trata de una asamblea de viejos y viejas, calvos los más, gargajeantes los menos, pedantes todos … y, lo que es peor, sin perfil en Instagram. ¿Y a estos sujetos, fósiles que están entre el paleozoico y el mezosoico, les hemos de hacer caso? Más aún: ¿Les han de hacer caso los ministros que han sido elegidos por el pueblo, practican el diálogo social y tienen cuenta en Twitter? ¿A qué clase de despropósito nos conduciría esta burda inversión de los valores democráticos?

O sea que estos hombres y mujeres ministros se han molestado en aprobar leyes que nos permiten por la mañana ejercer el derecho de autodeterminación biológica ¿y no van a poder innovar el pretérito, el infinitivo o ese odioso e inútil subjuntivo?

Insisto ¿a qué viene ese amaneramiento de decir “obtuvo” y “propuso” en lugar de los más castizos y espontáneos “obtuvido” y “proponido”? ¿Nadie advierte que no es sino una forma más de reprimir la naturalidad de los jóvenes y las jóvenas para someterles a la cárcel de estilos periclitados?

Me parece que es en el “Arte poética” donde Horacio compara la lengua con un bosque. Pues bien, un bosque es un lugar poblado de forma desordenada e intrincada de árboles, arbustos, plantas y todo tipo de comunidades vegetales que hoy forman parte de la biosfera o de algo parecido.

Adviértase la sutileza de Horacio al hablar de bosque y no de jardín. ¿Por qué? Porque el jardín, ese sí, está sometido a reglas pues en él se cultivan especies, se conforman parterres y senderos, todo de forma ordenada. Y además, en un recodo, se instala un kiosco donde se venden helados y, en otro, un grupo escultórico que representa a un sátiro tras una ninfa a la que –mucho nos tememos– la va a achucar sin obtener el preceptivo “sí es sí”.

Es hora de dar el grito liberador: ¡Abajo la afectación gramatical! ¡Viva Horacio! Un poeta que cuenta con mogollón de followers.

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