La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

La democracia no es una excusa

La tentación de Occidente de avergonzarse de su esencia ante el fracaso frente a la pandemia

La pandemia ha desnudado deficiencias clamorosas del Occidente más envanecido que orgullosamente democrático. Las mascarillas y tests insuficientes no solo arruinarán para siempre la prepotencia de los países en teoría avanzados, sino que la debilidad se ha acentuado un año después. Un ciudadano puede recibir en su casa una pizza a las siete de la mañana, una vez levantado el toque de queda, a un precio razonable. Si desea una vacuna contra el coronavirus a domicilio, lo tendrá más difícil.

El libro que mejor ha retratado la parálisis occidental frente a la pujanza de un Oriente menos democrático se titula “La llamada de alerta”, con el añadido iluminador de “Por qué la pandemia ha expuesto las debilidades de Occidente y cómo arreglarlas”. Los autores, John Micklethwait y Adrian Wooldridge, aciertan más con el diagnóstico que con la curación. El coronavirus ha impuesto una inversión de la preponderancia planetaria. Estados Unidos combate al menos la emergencia de China y sus satélites del capitalismo autoritario, porque Washington espolea la economía a cada mínimo respiro que conceda el virus, con el crecimiento del empleo en febrero como último ejemplo. En cambio, Europa ha decretado la rendición incondicional, y el sueño de sus habitantes asustados es un confinamiento radical hasta que amaine la tormenta.

El dilema del coronavirus conduce a la interpretación facilona, pero cada vez más expandida, de que han quedado expuestas las deficiencias que hacen inviable la pervivencia de los derechos y libertades. Gobernantes respetables y de impecable pedigrí como Angela Merkel están a punto de sucumbir a las facilidades del ordeno y mando. Con todo, la democracia no es una excusa, sino la única manera decente de mantenerse en pie sobre el planeta. Si Occidente cede a la tentación de avergonzarse de su esencia con un anhelo de esclavitud biopolítica, el virus será irremediable.

Compartir el artículo

stats