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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Dos divos

Los movimientos de Pablo Iglesias en Podemos y de Toni Cantó en Ciudadanos

No dirán que, por lo menos, no nos tienen entretenidos desde el miércoles pasado. Y esperen, porque el terremoto de Murcia va a tener sucesivas réplicas durante un tiempo, incluso, a lo mejor, en la misma Murcia.

El último en salir a escena ha sido el que se considera a sí mismo la estrella más rutilante del firmamento español, don Pablo Iglesias. Inopinadamente, incluso para su socio de nombre apostólico, don Pedro, abandona el Gobierno y se lanza a la batalla de Madrid, según él “contra el fascismo y la derecha criminal”. Se han realizado diversas interpretaciones de esa decisión, desde las que apelan a su personalidad (egotista, fantasioso, inestable, insatisfecho en cualquier sitio menos en el fragor del combate) a las que la relacionan con la situación de los suyos en Madrid, en riesgo de obtener menos de un 5% de los votos y, por tanto, con el de desaparecer.

Pero es posible, asimismo, que haya fructificado en él el espíritu de doña Truhana, ya saben, la lechera de don Juan Manuel: doblego a Más Madrid, ganamos a la derecha, obligo a que el PSOE me vote, presido Madrid, desde ahí… Como la psique humana es tan compleja, no es difícil que este dontruhanismo se haya sumado a otros factores.

De todas formas, déjenme subrayar algunos aspectos en que, en su dimisión y propuesta de candidatura, ha demostrado sus malas formas, el fondo de mala educación y autoritarismo de su personalidad: el no haber comunicado a su socio-jefe, el Presidente, su decisión hasta pocas horas antes; el haberse autoproclamado a sí mismo candidato, con desprecio a quien lo era hasta ahora y a la democracia interna; el haber dictado a Pedro Sánchez sus sustitutos; el haber proclamado a Yolanda Díaz como su sucesora a la Presidencia del Gobierno (que ya veremos, según, según); y los términos en que ve el mundo: su candidatura como una lucha “contra el fascismo y la derecha criminal”.

Ahora bien, esas cuentas de doña Truhana, ¿cómo serán ¿Lo quieren tantos ciudadanos como él cree que lo quieren He ahí el quid de la cuestión.

El otro divo es Toni Cantó. Ha corrido de Ciudadanos a UPyD, de este a Ciudadanos otra vez, y ahora deja a estos y predica la unión con el PP. Con este último acto, abandona, además, a sus compañeros en la Cortes Valencianas, a los que movió y aglutinó.

Yo ya sé que seguramente muchos de ustedes tienen de la política, los partidos políticos y los políticos peor opinión que yo. Pero si malo es el político que traga carros y carretas para mantenerse en la empresa, igual de nocivo, al menos, es el político que no aguanta el mínimo revés y escapa en cuanto las cosas van mal o le van mal. Los partidos políticos (y, por tanto, los ciudadanos) necesitan también de gente con estabilidad y aguante. Repasen, si no, la lista de notables que han durado en los partidos escasísimo tiempo –meses, a veces; medias legislaturas, con frecuencia; un revés, tantos de ellos–. Miren hacia atrás y verán que tantos notables fichajes (hago gracia de sus nombres), tantos rutilantes protagonistas, no fueron, como diría, Jorge Manrique, “sino verduras de las eras”.

Como lo fueron o serán, en consecuencia, algunos de los partidos políticos en que esos otros divos militaron (mejor, “ficharon”, porque “militar” no militaron nunca). Lo que no ayuda a la política ni, en consecuencia, a los ciudadanos.

Y, por cierto, es verdad que reímos y reiremos, pero tal vez, si lo pensamos bien, nos ocurra aquello del titular de la sección de La Codorniz: “Tiemble después de haber reído”.

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