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JC Herrero

¿Moriré? ¿Viviré?

El Haka: cuando los cuerpos hablan

El Haka maorí –cultura– es una danza, máxima expresión de unidad psíquica en el deporte del rugby neozelandés. Su carácter tribal invoca la fuerza de la vida sobre la muerte, destacando la fuerte implosión gestual de pies a cabeza, de los ojos a la lengua que sobresale grotesca, a la vez respetuosa con el contrincante. El Haka se escenifica en el recibimiento u homenaje a una personalidad.

La desazón que invade al pueblo español, a los pueblos en general, con tanta incertidumbre a cuestas nos debería proporcionar un cambio cultural. Pero por desgracia está siendo neuronal. resultando otra pandemia, la postraumática cuyo alcance está por evaluar en daños psicológicos, su clasificación en tasas e incidencia acumulada, tal como enumeramos las cifras diarias de la covid-19.

Ese cambio cultural no llega, como mucho asomó por los balcones los primeros meses de reclusión forzada y cada cual entonó el himno que le salía en gana. En el mejor de los casos acogemos un cachorro que permita airear miedos, compartir soledades. Sigue prevalente el cambio neuronal frente al cultural por mucho “perrijo” que adoptemos. Ladran, pero estamos solos.

La cultura, el invento de la rueda, se implementa por generación espontánea pero también por transferencia, como las distintas familias de virus que nos llegan por todos frentes, la última mutación en Uganda, y es que la genética, aun siendo de Perogrullo, ya estaba antes que la cultura.

En esta pandemia nos entregamos a las distintas mutaciones del virus, a su gestión político-sanitaria, pero incapaces de externalizar nuestros miedos, de bajar a la calle y entonar nuestro particular Haka dando cortes de manga a la adversidad, creando esa unidad psíquica que evita aislamientos innecesarios y alarmantes cifras de autolisis. Estamos y nos sentimos solos.

¿Moriré? ¿Viviré? entona el coro maorí mientras sus manos golpean el pecho al unísono, pisada fuerte ahuyentando temores y el miedo ancestral cuando manda la amígdala y doblega al neocórtex cuyo desarrollo fue generado por el sentimiento gregario de la Humanidad, de la cultura que nos aupó.

¿A qué esperamos para salir a la calle, a recibir al miedo, entonando esa unidad psíquica frente al contrincante, el Haka? Ese cambio cultural es necesario, basta con admirar la sincronía de los maorís en su danza prima, la exultante disipación de rabias contenidas en un simple baile reconfortante, que les aúna frente a la adversidad, frente a la soledad que tanto daño colateral está causando la covid-19.

Ese cambio cultural es necesario, externalizar los miedos y que los cuerpos hablen.

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