Ahora reinan la mixtura y la fusión, pero antes en todas las artes había estilos. Así, por ejemplo, en la tauromaquia unos hacían tremendismo (como El Cordobés), otros toreo hondo y artista (como Curro Romero) y alguno un toreo hondo también, pero austero y sobrio (como El Viti); cosas que sabíamos incluso los que, como yo, nunca habíamos ido a una corrida. Bien, en el arte de la política se torea el morlaco del poder, y pueden valer esas vetustas categorías. Gabilondo se presenta en Madrid como el candidato de “la política en serio”, buscando el contraste con el claro tremendismo de sus competidores. Es una apuesta seria, valga la redundancia, pero que va a contracorriente del gusto del actual público, de su pasión por la banderilla en el tuit, la flor del like, la tontería viral. Así que o le echa sentimiento, hondura, temple, capaz de cautivar al tendido de sol o, la verdad, no sé.
