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Margarita Collado

Podemos confiar en la sanidad pública

El covid y mi vivencia

Estoy/estamos vivos y agradecidos.

Después de varios días ingresada en una de las plantas covid del HUCA, junto con otros dos miembros de mi familia –uno en la UCI– siento la necesidad de escribir, venciendo el pudor de no estar habituada a contar mi vida en primera persona.

Son varias las razones que tienen un denominador común. Y es que no todo en esta pandemia es negativo.

Mi propósito es trasladar un mensaje de tranquilidad y confianza describiendo mi experiencia propia, agradecer y poner en valor determinados comportamientos sociales que con ocasión de la pandemia hemos descubierto.

En estos momentos de incertidumbre, preocupación y sufrimiento, factura que a todos nos está pasando esta dura crisis, a los asturianos al igual que al resto de los mortales nos acecha el covid, pero creo nos interesa conocer que contamos con un buen sistema de salud pública .

Y resulta también oportuno agradecer a quienes con sus decisiones políticas desde hace varios años hicieron esta apuesta por la sanidad pública en nuestra región, y que ahora está dando sus frutos con más evidencia.

A pesar de haber transcurrido un año en el que llevamos viviendo con más o menos intensidad los daños de esta pandemia, no sabemos casi nada con certeza. Salvo que psicológicamente nos está agotando, teniendo que convivir con todo tipo de inseguridades, bien para protegernos, en el momento de vivir la enfermedad en su caso, o de combatir las secuelas después.

En medio de esta situación incierta, los ciudadanos de a pie apenas hemos sido capaces de adquirir conciencia de algunas cosas, como lo importante que es nuestra salud ahora amenazada con carácter general y, por ende, la prioridad que debe darse a los remedios para combatir ésta y otras enfermedades si nos alcanzan.

Así, como el virus sigue su curso, sólo nos queda poder esperar que la atención que recibamos cuando nos toque sea la más adecuada.

Por eso quiero trasladar mi reciente experiencia como paciente, en la que pude comprobar en primera persona que en Asturias tenemos una sanidad pública en la que podemos confiar y al alcance de todos.

El protocolo covid funcionó desde el primer día. Prueba PCR positiva, rastreadores, seguimiento desde el centro de salud, solicitud de pruebas complementarias, traslado en ambulancia e ingreso inmediato, al confirmarse la temida neumonía.

Y tras el ingreso, tanto o más importante, viví de cerca la calidad profesional y humana de los profesionales que me atendieron, así como la presión a la que están sometidos cada día desde hace más de un año, contribuyendo a nuestra curación y sobre todo, cuidándonos.

En un artículo que escribí al principio de la pandemia, cuando empezábamos a aplaudirles a todos, celadores, personal de limpieza, auxiliares, enfermeros, técnicos de laboratorio o ambulancia, médicos, o gestores, les invoqué como superhéroes y pedí para ellos –espero no haber olvidado a ninguno– un reconocimiento público.

Ahora, después de esta última experiencia personal, me gustaría reiterarlo, sabiendo ya que la mejor forma de reconocer su esfuerzo, es sin duda colaborar de forma individual y responsable, cumpliendo con las medidas de protección y prevención en vigor que todos conocemos.

A ellos, a sus desvelos y buen hacer, debo el haber recuperado mi salud y la de mi familia, por lo que les traslado mi gratitud y admiración.

La comunicación ha sido otro factor de gran importancia, y bien cuidado. La soledad derivada del aislamiento que sufren los enfermos ingresados en la planta covid, sin ningún tipo de visitas, también ha sido paliada por el nivel de compromiso y humanidad aportada por los médicos, que día a día facilitaban a los enfermos y a las familias, vía telefónica, información puntual completa y accesible acerca de la evolución y riesgos de la enfermedad.

Por otra parte, ese gran trasatlántico que es el HUCA, cuya construcción en su momento todos criticamos por faraónico contando con nuestro escaso millón de habitantes, ha permitido sin embargo durante la pandemia evitar colapsos .Y, sobre todo , una estancia y atención digna para cada uno de los pacientes ingresados.

Una gestión eficaz y anticipada de la crisis, muchas horas de dedicación, control y esfuerzo permanente al frente del timón, han sido fundamentales sin duda para abordar la difícil travesía en este centro. Por ello, mi especial reconocimiento también para su gerente y equipo.

Debo hacer hincapié en que no pretendo en absoluto establecer ninguna comparación con otras comunidades autónomas o países, porque desconozco lo que allí pasa.

Solo pretendo desde mi experiencia, trasladar confianza en nuestro sistema de salud pública en Asturias en su conjunto, en nuestros profesionales, y en nuestros gestores públicos que vienen administrando esta crisis en mi opinión con prudencia y firmeza, protegiendo nuestra salud de forma prioritaria, con errores incluidos, y decisiones a veces discutibles o poco asumibles, por sus tremendos efectos colaterales.

Si bien es cierto que cuando estás presa de la enfermedad, del miedo a lo que pueda ocurrir con tu vida, y vives de cerca el riesgo, quizás comprendes mejor las medidas adoptadas.

También creo que debemos tener confianza en la recuperación necesaria y el devenir de nuestra región, a pesar de los estragos que ha causado esta pandemia en la economía de todos los territorios. Y Asturias no es una excepción.

Cabe esperar que sin abandonar la prioridad de la salud, se realice un nuevo y paralelo esfuerzo para abordar esta grave situación de crisis económica y social también sobrevenida, y que cuanto antes en nuestra comunidad autónoma se sepa compensar y apoyar a los sectores empresariales que más han sufrido, con mucho diálogo previo, que se apoye a quienes han perdido un trabajo, y que la solidaridad acompañe en su duelo a quienes han sufrido los más graves efectos de la enfermedad .

Nadie debe quedar atrás.

Se repite con insistencia que Europa ha arbitrado fondos que habrá que aprovechar con acierto, pues este momento no se volverá a repetir.

Sí, es el momento. Nadie lo duda.

Pero también lo es para definir la estrategia de lo que debe ser nuestra región.

Intuyo por las informaciones que nos llegan, que se está trabajando en silencio con los agentes implicados, impulsando un plan de proyectos novedosos, o que acrecienten las iniciativas ya en marcha, como la acertada apuesta por el sector biosanitario entre otras.

Asturias no solo no está peor preparada para los retos de la digitalización integral y el desarrollo sostenible que supone esta reconstrucción necesaria, sino que dispone de múltiples ventajas, al igual que para la inversión foránea.

Nuestra región ya es un “Paraíso Natural “que nadie cuestiona. Sí será necesario consensuar y priorizar los proyectos que se originen al calor de la descarbonización en marcha, en línea con lo que queremos que sea dentro de unos años.

Y para abordar esta recuperación, considero que la colaboración público-privada es fundamental.

Los pasos ya dados en esta dirección, venciendo antiguos recelos por ambas partes, son esperanzadores y deben seguir presidiendo las acciones futuras. Incluyendo las actuaciones en materia de sanidad, consiguiendo acuerdos que reviertan en beneficios para los asturianos, y que nos permitan acceder a los equipos o tratamientos más novedosos, tanto en centros públicos como privados.

Me gustaría concluir con dos reflexiones.

En otro de los artículos, escribí durante la pandemia “Queremos verlos a todos juntos”, tratando de trasladar el sentir de una gran mayoría de ciudadanos, a todas las personas con responsabilidad y capacidad de decisión en el mundo de la política, nacional y regional, en el gobierno y en la oposición.

Y esta petición sigue teniendo si cabe mas vigor.

Creo que sigue sin ser el momento de críticas que no aportan soluciones, aunque estén justificadas, o de discusiones estériles. Y mucho menos de cambio de sillones enarbolando ideologías, que suponen gasto público, necesario para la adopción de medidas urgentes que se paralizan.

Es el momento de aportar en una misma dirección ante esta crisis, la más grave que podíamos imaginar.

Si en este momento que continúa siendo de serio peligro para salud y para el sustento y la vida de las personas, siguen sin buscarse acuerdos y soluciones, me sigo preguntando como entonces, ¿a qué están esperando?

Y termino poniendo en valor el ejemplo que están dando muchos ciudadanos y nuestra sociedad civil organizada, ocupándose de forma voluntaria en colaborar con los que más lo necesitan para que nadie se quede atrás en esta pandemia.

Y como hablo desde mi experiencia, me permito la licencia de citar como ejemplo concreto el de mis vecinos de puerta, Isabel Fernández y Fernando Osoro. Estos buenos vecinos, al saber de mi confinamiento tras el ingreso, me dejaban cada día en mi puerta, una ración de su comida y cena –excelentes por cierto– incluidos el pan y el periódico que me traían a primera hora de la mañana.

Este final es un pequeño homenaje a ellos con mi profundo agradecimiento por su generoso comportamiento. Y a todas las personas, hijos, familia y amigos, que han estado a mi lado, apoyándome durante la enfermedad hasta que pasó el peligro, y en la lucha contra las secuelas que deja este bicho.

A los profesionales debo hoy mi salud, y a ellos, el que alimentaran cada día el ánimo con que debí abordar la evolución de la enfermedad. Creo que me aportaron lo que científicamente se llama “oxitocinas” como sustento.

Termino como empecé. No todo es negativo en esta crisis.

Confiar, agradecer, caminar juntos, y aportar sumando cada uno en su entorno según su capacidad y responsabilidad, son buenos ejercicios, y quizás la única fórmula para superar el incierto de cada día, e ir encontrando soluciones a esta pesadilla que nos ha tocado vivir y que parece aun tiene recorrido.

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