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Jorge J. Fernández Sangrador

Para el disfrute de la belleza

Ante la intervención en Santa Ana

Recreación infográfica del futuro centro cultural.

El Arzobispado ha presentado, en el Ayuntamiento de Oviedo, con el fin de obtener la correspondiente licencia, el estudio de detalle del edificio que proyecta construir, para realizar actividades culturales, en el solar que se halla en la conjunción de las calles Santa Ana, San Antonio, Canóniga y Mon, en la capital del Principado de Asturias.

El acto de entrega de la documentación que la ley requiere para la obtención de la correspondiente autorización municipal ha coincidido prácticamente con el inicio de las obras de acondicionamiento del “Patriarchio lateranense”, lugar de residencia, en otro tiempo, de los romanos pontífices, junto a la basílica de San Juan de Letrán.

En una carta dirigida, el pasado 20 de febrero, al cardenal Angelo de Donatis, vicario suyo para la diócesis de Roma, el Papa le pedía que emprendiese las obras que fuesen necesarias, en los edificios adjuntos a la basílica, para que pudieran realizarse, en ellos, actividades museísticas y culturales.

Todo cuanto se haga en adelante en las nobles estancias lateranenses ha de ser «para el disfrute de la belleza y para dar relieve a los bienes y al patrimonio artístico», siguiendo, de este modo, la acreditada tradición de la Iglesia, que, a lo largo de los siglos, «siempre ha trabajado para promover lo que es fruto del genio y de la maestría de los artistas», y también expresión de su fe, y para «salvaguardar el patrimonio cultural».

«Esa responsabilidad especial, acompañada de una atenta solicitud a la hora de considerar los lugares, edificios y obras como expresiones del espíritu humano y parte integrante de la cultura de la humanidad, ha permitido a mis predecesores transmitirlos a las distintas generaciones y actuar para conservarlos y ponerlos a disposición de los visitantes y estudiosos», le dice el Papa a su vicario para Roma.

Y es que esos bienes, de naturaleza religiosa, de los que la Iglesia, articulada en la inabarcable extensión de comunidades cristianas diseminadas sobre la faz de la tierra, es titular, han devenido, en virtud precisamente de su condición de vehículos de la transcendente Belleza, en patrimonio de la humanidad.

Humanidad que se deleita en la contemplación de los destellos de Luz y de Verdad que la «Hermosura, tan antigua y tan nueva», en palabras de san Agustín, irradia a través de las obras emanadas de los dedos orantes de los artistas. Obras que, al orientarnos hacia el inefable misterio de Dios, nos desvelan, a la par, iluminados desde esa sobrenatural perspectiva, recónditos habitáculos de nuestro propio ser personal.

Es de tal magnitud el acopio de belleza que han creado y custodian las cerca de mil parroquias de la diócesis de Oviedo, que resulta difícil encontrar otra institución en el Principado de Asturias en la que se dé semejante fenómeno. Y para el servicio de esas parroquias, ricas en historia y fértiles generadoras de arte, y para que el conjunto de la sociedad, en la que tantos sectores se declaran alejados o indiferentes respecto a cuanto ellas representan, pueda admirar la escondida sublimidad que transparentan, en sus múltiples formas, las obras artísticas que componen el patrimonio eclesiástico, y del relato que va indisolublemente aparejado a ellas, es para lo que se erige el centro cultural Santa Ana.

Y no en cualquier lugar, sino en la Zona Monumental de Oviedo, con la Catedral, el Museo de Bellas Artes, las reales iglesias de Santa María, San Tirso y San Isidoro, la de Santo Domingo, la capilla de la Balesquida, el Ayuntamiento, el Arzobispado, la Universidad, el Museo Arqueológico, el monasterio de San Pelayo, el Conservatorio, el Real Instituto de Estudios Asturianos y las Academias, los altos Tribunales de Justicia y las fundaciones asistenciales, colmadas de méritos, de la Cocina Económica, la Residencia “María Inmaculada” y la Casa Sacerdotal Diocesana.

El centro cultural se levantará en un cruce de calles de siempre, en la ciudad literaria de Clarín, de Alain René Lesage y de Dolores Medio, en el corazón del “Oviedo redondo” de la religión, la ciencia, las artes, la armonía cívica y el inicio del Camino de Santiago. Al igual que sucedió en Milán, en donde la Biblioteca Ambrosiana, creada por el cardenal Federico Borromeo, en 1607, una de las instituciones culturales más importantes del mundo, fue edificada sobre el foro de la ciudad romana.

Porque el sitio importa. Cuando san Pablo llegó a Atenas, se dirigió al ágora, en donde entablaba conversación con cuantos frecuentaban el lugar interesándose por las novedades. Había, entre sus interlocutores, epicúreos y estoicos, a los que les hablaba de Jesús y de la resurrección.

Era tal el ardor que mostraba en sus palabras, que aquellos filósofos, picados por la curiosidad, lo condujeron al Areópago, para que explicara con mayor detalle en qué consistía lo principal de su mensaje. San Pablo pronunció entonces el famoso discurso sobre el «Dios desconocido»: el que a todos da vida y aliento, el que se deja hallar por quienes lo buscan, el que resucita a los muertos.

También Jesús eligió premeditadamente el sitio en el que habría de establecerse para realizar su misión: Cafarnaúm. Ciudad por la que pasaba la “Via maris”, el “Camino del mar”, transitado, durante siglos, por los viajeros que iban de Siria a Egipto y viceversa.

Claro que el sitio importa. Por eso, la realización de un proyecto de la naturaleza del de Santa Ana ha de ser llevado a efecto en ese enclave de la ciudad en el que se prevé que sea erigido, por las razones arriba expuestas, pero, principalmente, para que en el corazón de la metrópoli sea un santuario consagrado a la belleza. En el que todos puedan disfrutar de ella. De la Belleza.

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