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Vicente Montes

Vacunas y fondos: las dos pruebas de fuego

Los retrasos en la aprobación de las ansiadas ayudas europeas rebajan las expectativas en un momento en que urge la recuperación

Vacunas y fondos: las dos pruebas de fuego

Recuerden la cacareada dicotomía: salud o economía. Pues bien, la recuperación tras el coronavirus tendrá necesariamente que pasar por la suma de ambas: salud y economía. Y son dos las herramientas para lograrlo. Para la primera, las vacunas; para la segunda, los fondos europeos. Unas y otros han de llegar a tiempo y el éxito en gran medida depende del comportamiento colectivo de la Unión Europea. De momento, el pronóstico es reservado y un fracaso supondría un severo revés para la alianza supranacional, que ya ha pasado por varios apuros.

Los fondos europeos de recuperación han sido el maná y la esperanza en tiempos oscuros de incertidumbre por el coronavirus. Quizás incluso se hayan señalado tanto como una solución mágica que su aplicación termine por saber a poco. Su llegada debería resultar una de las piedras angulares de la recuperación económica, un trampolín para impulsar a los países hacia modelos productivos más verdes y tecnológicos.

Pero al igual que el ritmo de vacunación ha pinchado en Europa, las dudas sobre cuándo llegarán los fondos europeos comienzan a ensombrecer el horizonte y preocupar en las administraciones.

Que la salida de la pandemia no va a ser tan rápida como aventuraba el Gobierno queda constatado con la decisión del Ejecutivo de Pedro Sánchez de rebajar sus estimaciones de crecimiento. La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, ha reducido en más de tres puntos las estimaciones de recuperación de la economía. Ahora se sitúan en el 6,5 por ciento para este año, aunque los Presupuestos Generales del Estado se elaboraron con un optimista crecimiento del 9,8 por ciento. Ya entonces se apuntaba que resultaba difícil fiarse de un presupuesto cuando ni siquiera los supuestos estaban claros. La incertidumbre sobre la evolución de la pandemia, los efectos económicos de las restricciones, la evolución de la ayuda que debiera prestar el Estado a los distintos sectores afectados y las consecuencias en el turismo eran incógnitas que podían tambalear las previsiones de ingresos.

Precisamente una de las principales razones que han llevado a la rebaja de las previsiones de crecimiento ha sido la demora ya evidente que sufre no ya la llegada de los fondos europeos, sino su aprobación para que puedan emplearse.

Estos fondos han sufrido distintos tropiezos. Primero, Hungría y Polonia bloquearon la aprobación del marco financiero para el periodo entre 2021 y 2027, además del Fondo de Recuperación. Finalmente, ese bloqueo terminó por levantarse, pero la situación fue el principio para que el reloj de las ansiadas ayudas comenzase a renquear.

Los estados miembros tuvieron que ratificar la llamada “Decisión de Recursos Propios”, es decir, la composición de los ingresos anuales de la UE que permiten cubrir sus presupuestos. Con el fin de afrontar la recuperación pospandemia, la Comisión Europea propuso tomar prestados hasta 750.000 millones de euros gracias a la emisión de obligaciones en los mercados internacionales con vencimientos en un periodo entre tres y treinta años. De esa deuda contraída saldrá el maná millonario del plan de recuperación y resiliencia.

Pero el Tribunal Constitucional alemán ha frenado la aprobación por parte de Alemania de estos recursos propios porque antes tiene que resolver una demanda presentada contra el plan europeo. Algunas estimaciones señalan que esa resolución aún podría retrasarse hasta tres meses. “Sería un desastre económico para Europa si el desembolso de los fondos se retrasara indefinidamente”, dijo esta misma semana Isabel Schnabel, del comité ejecutivo del Banco Central Europeo, quien también recalcó que “además de aumentar el ritmo de vacunación, es fundamental que Europa dé una respuesta fiscal contundente”, y que los fondos deberían utilizarse “de manera eficiente para hacer que Europa sea permanentemente más competitiva, más digital y más ecológica”.

España ya ha ido repartiendo sectorialmente el adelanto de 27.000 millones de euros que Pedro Sánchez incluyó en los Presupuestos Generales de este año. Se trata de un dinero empleado con cargo a unos fondos que aún no han sido siquiera aprobados oficialmente. Supuesto sobre supuesto.

Toda esta incertidumbre ya hace rebajar en algunos despachos del Principado el entusiasmo por lo que acabará siendo ese gran impulso financiero. Quedan muchas cosas que hacer bien para que la cosa funcione una vez que se activen las ayudas: gastarlas de manera adecuada, reducir la burocracia para lograr que se apliquen rápidamente y, sobre todo, tener iniciativas acertadas. En definitiva, hay aún demasiadas condiciones que cumplir con acierto.

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