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Pandemia y valores (de la Naturaleza)

La necesidad de prepararse de forma menos arrogante para próximas adversidades

Pandemia y valores (de la Naturaleza)

Durante los últimos 100 años, los avances científicos, tecnológicos y económicos han sido vistos como un sistema de dogmas irrefutables, asentados para siempre. En muchos casos, nos hemos incluso considerado como dueños de la creación, con poder absoluto en un mundo que nos pertenece, y prácticamente invulnerables.

Parece que hemos ignorado que el Universo esta formado desde partículas subatómicas con existencia de millonésimas de segundo, hasta familias de cientos de miles de galaxias que se mueven durante miles de millones de años, con una dinámica propia ajena al devenir del ser humano. Una gran complejidad sobre la que no tenemos ningún control ni poder y sobre la que la ciencia pugna por avanzar en su comprensión.

Esta arrogancia y prepotencia nos ha hecho desconsiderar los propios valores de la Naturaleza que la pandemia del covid-19 ha vuelto a poner frente a nosotros.

Entiendo por valor aquello que nos obliga a movernos y actuar, despierta interés y deseo, y en algunos casos, respeto y sentido de la obligación.

Creo que en el caso del Universo y la Naturaleza existen cuatro valores que nos obligan a movernos y actuar; pueden ser experimentados, pero no controlados o poseídos por nosotros.

Contingencia.

Nace de la Incertidumbre arraigada en nosotros por la facultad y el poder de pensar en el futuro. Somos los únicos seres vivos con esta capacidad. Ello genera un sentido de riesgo o peligro, potenciales adversidades, ansiedad y miedo, según las circunstancias.

En todo lo que hacemos y vivimos hay siempre algún elemento impredecible, lo que al mismo tiempo lo hace interesante, que merece la pena vivirlo. Podemos controlar parte de nuestro destino, pero nuestro destino en sí, no es controlable. Hay acontecimientos que notamos y sentimos, pero hay otros muchos que se nos escapan.

Algunas de estas incertidumbres las observamos en 2008 con la crisis financiera –se creía que los mercados financieros se autorregulaban y la economía podía arreglarlo todo– y en 2019 en el área sanitaria, con la covid-19 con una pandemia inesperada –se pensaba que no podía ocurrir dado el notable nivel de desarrollo de la medicina moderna y de la higiene personal.

Un factor determinante y diferencial respecto al pasado es la globalización de las economías y los viajes internacionales en un mundo con mas de 7.500 millones de habitantes.

Conflicto.

A medida que somos conscientes de la contingencia, de la incertidumbre que nos rodea y los peligros que presenta, nos enfrentamos a un dilema: permanecer pasivos y sufrir las consecuencias (“que sea lo que Dios quiera”), o ser activos y enfrentarnos a los acontecimientos. Nos colocamos en una situación de conflicto entre nosotros mismos y el mundo exterior.

Shakespeare pone en boca de Hamlet un conocido y sublime soliloquio respecto al conflicto: “Ser o no ser, esa es la cuestión: si es más noble para el alma soportar las flechas y pedradas de la áspera fortuna, o armarse contra un mar de adversidades y darles fin en el encuentro...”.

Los conflictos no tienen porque ser destructivos. En la mayoría de los casos su resolución conduce a un estado de mayor confianza, conocimiento y energía.

Preocupación.

La incapacidad de anticipar el porvenir que conduce al conflicto, produce preocupación y requiere una experiencia consciente de respuesta al mismo, así como aceptación de que no podemos hacer las cosas solos, de que algo exterior a nosotros nos importa. Nos abre a la búsqueda de valores y soluciones en otros, y al establecimiento de relaciones con otras personas, entidades e instituciones.

Tanto en la inesperada crisis financiera de 2008, como en la del covid-19, hemos tenido que recurrir al paraguas protector de la Unión Europea, aunque en ambos casos en situación mas vulnerable y desunida de lo necesario.

Esperanza.

La esperanza activa es el cuarto valor que nos impone la Naturaleza y el objetivo que perseguimos. Es el estado de bienestar engendrado por la seguridad y harmonía entre nosotros y el mundo exterior, por la confianza en la capacidad de superar las barreras que se interponen. Nuestra capacidad de adaptación y superación son atributos congruentes con nuestra Naturaleza.

A lo largo de la historia se han superado epidemias, adversidades y calamidades. También lo haremos ahora, pero no nos conviene olvidar que la Naturaleza tiene su propia dinámica y nos fuerza con sus valores, arrancando de la incertidumbre y nuestra incapacidad de predecir el futuro. Ser conscientes de ello nos puede preparar de manera menos presuntuosa, arrogante y prepotente, para las próximas adversidades que puedan presentarse, que sin duda, las habrá.

Por lo pronto la actual crisis del covid-19 esta asentando algunos cambios perceptibles en áreas como: asistencia a eventos deportivos; teletrabajo; asistencia medica a través de internet; amenazas del cambio climático; desplazamiento de la vivienda desde las grandes urbes a zonas mas tranquilas; un mundo obsesionado por las pandemias; mayor conciencia del universo y de nuestras limitaciones dentro del mismo; mayor reparto de tareas en el hogar; conciliación, y carrera laboral de la mujer; vuelta a la familia y al ambiente social; disminución de viajes de larga distancia; turismo, menos viajes caprichosos; mayor respeto a los ancianos por las experiencias de las personas que han vivido en hospitales y residencias; educación a través de las tecnologías digitales, etc.

El propósito de estas líneas es abordar el tema de la pandemia desde un punto de vista humano y social, lejos de la economía o la tecnología. De manera que: reconozcamos la existencia de acontecimientos inciertos en la Naturaleza sobre los que no tenemos control; que crean conflictos en las personas y en la sociedad; y que tenemos la esperanza activa de proveer remedio y cura a las adversidades y tiranías del destino.

Y todo ello para que levantemos la conciencia de que no podemos actuar ni individualmente, ni como región, ni como país. Sino que cada vez los problemas serán mas globales y necesitarán una cooperación y una respuesta más global para resolverlos.

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