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Jonathan Mallada Álvarez

Crítica / Música clásica

Jonathan Mallada Álvarez

OSPA, música y literatura

La orquesta salda con buenos resultados, artísticos y de público, su concierto del Día del Libro

La música y la literatura siempre han estado estrechamente ligadas y se hace impensable su evolución de no haber coexistido de forma tan activa. Con motivo del Día del Libro, la OSPA ofreció el viernes un concierto extraordinario con la finalidad de atraer al Auditorio de Oviedo a un público no tan habitual a través de esta interesante propuesta musical bajo el título “¿Te suena?”. Para ello se confeccionó un programa variado y atractivo consistente en obras de Verdi, Rossini o Falla que hizo a los asistentes disfrutar de lo lindo durante más de una hora.

A los mandos de la sinfónica estuvo el venezolano Ilyich Rivas, que ya desde la Obertura de “Las vísperas sicilianas” supo manejar a la orquesta y hacerla evolucionar desde lo más piano a lo más forte mediante unos crescendos bien trazados y progresivos, contrastando acertadamente los momentos más líricos de Verdi con otros más impetuosos. Esta sensación se redobló en la otra obertura programada, la de “El Barbero de Sevilla”, donde se recreó en el lirismo de la pieza y destacó la sonoridad del “pabellón turco”, un instrumento apenas utilizado en la actualidad que proporcionó un toque orientalizante en una de las páginas más célebres de la historia de la música.

El trabajo de orquesta y director dio sus frutos en la suite número 1 de “El sombrero de tres picos”, imprimiendo el carácter adecuado, fundiendo bien la tímbrica cuidada de los instrumentos en una ejecución colorista y especialmente rica, con una emisión pulcra y acertada del fagot en el tema de “El corregidor”. La dirección de Rivas fue pasional y enérgica, pero de gran efectividad, con un énfasis especial a los cambios de tempo y ritmo en los que supo conducir con habilidad a la Sinfónica del Principado como se pudo percibir en “Masquerade: suite” (Khatschaturian), con una brillante Eva Meliskova y unos rubatos y ritardandos donde la OSPA estuvo perfectamente ensamblada. El “Poema sinfónico número 3” de Liszt siguió esta misma línea, con un sonido compacto y las secciones rindiendo a buen nivel.

A modo de propina, el preludio de “La Revoltosa”, con algún desajuste en las violas y quizás algo atropellada. Una propina que no empañó el buen trabajo precedente de una propuesta interesante que esperamos haya logrado su objetivo y haya inoculado el antídoto musical al público menos habitual, pues música, literatura y, en definitiva, cultura son el mejor tratamiento para los inciertos tiempos de la pandemia.

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