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Herminio Huerta

Para cambiar

Herminio Huerta

Y tan malo

La subida del endeudamiento público al descubrir Bruselas el apaño del rescate a las cajas

Hoy les voy a comentar el estropicio y el daño que nos ha ocasionado el llamado Banco Malo. Como ya puse de relieve en otros artículos anteriores, el rescate de las cajas de ahorro (¡ojo! no de los bancos) gestionadas por políticos incapaces, amiguetes y paniaguados de Zapatero y de Aznar, provocó unas pérdidas directas de 60.000 millones de euros a cargo de las arcas públicas, o lo que es lo mismo, de los impuestos de todos los españoles, pero la avería no acaba ahí.

En agosto de 2012 se creó la SAREB (Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria), conocida como el Banco Malo, que es una entidad que se fundó con mayoría de capital privado 55%, cuyos accionistas eran bancos, aseguradoras e Iberdrola, y el 45% restante capital público aportado por el Estado. Hay que decir que lo de la mayoría de capital privado era con el propósito de que no computara ni se contabilizara como deuda de la Administración para maquillar las cuentas ante Bruselas. Realmente el Banco Malo se creó con la idea de aparcar 48.000 millones de euros de activos inmobiliarios de las Cajas de Ahorro quebradas y rescatadas por el Estado para limpiar sus balances a los ojos de Europa. Ambas decisiones – la mayoría de capital privado y el aparcamiento de la basura inmobiliaria– fue un trilerismo creado por Guindos durante el Gobierno de Rajoy y que ahora como vicepresidente del Banco Central Europeo supongo que no sabrá donde meterse.

El caso es que aquellas entidades intervenidas trasladaron al banco malo con un descuento los peores préstamos, solares, viviendas y locales y a cambio se entregaron a las cajas unos bonos por ese mismo importe con intereses y el aval del Estado.

En aquel momento recuerdo que Guindos, que intentó engañar a las autoridades económicas europeas, también nos engañó a los españoles, pues dijo en todos los medios que “el banco malo no les costaría ni un euro a los españoles” (sic).

El caso es que, la morralla inmobiliaria que la entidad mala ha vendido estos años ha sido a precios de derribo, por lo que ha generado unas pérdidas por un importe de siete mil millones comiéndose sobradamente su capital de 4.800.

Se da la circunstancia de que, en el caso de que la SAREB quebrara, los accionistas privados solo perderían el 55% del capital que pusieron inicialmente, mientras que el Estado, además del 45% de ese capital, avaló completamente los bonos por lo que es el responsable de los 35.000 millones que quedan de deuda. Las autoridades europeas, descubierto el pastel, han obligado recientemente a España a reconocer y contabilizar como deuda pública esa cantidad poniendo fin al cambalache de Guindos. El caso es que, si ya éramos pocos parió la abuela, y el endeudamiento público, con este palo, acaba de subir del 117 al 120%, que, claro, algún día habrá que pagar.

Dos moralejas hay que sacar de esta situación: la primera es que, aunque tarde, las trampas salen a la luz y, la segunda es que las cajas de ahorros gestionadas por políticos ineptos, nos han costado cien mil millones de euros a los españoles.

Es una herencia económica nefasta para las generaciones venideras cuando actualmente el paro de los jóvenes es del cuarenta por ciento.

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