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Jonathan Mallada Álvarez

Crítica / Música

Jonathan Mallada Álvarez

Cultura lírica

Piotr Beczala exhibe su poderosa voz en el Auditorio ovetense con un programa muy atractivo

Tradicionalmente, Oviedo ha respirado lírica por los cuatro costados. No hablemos ya de premios líricos o temporadas de ópera que han llevado a la “heroica ciudad” a erigirse una referencia del mundo cultural a nivel internacional, sino también por una temporada de teatro lírico español que se ha convertido en la segunda más longeva de España tan sólo por detrás de la del teatro de la Zarzuela de Madrid. Debería hacernos reflexionar y valorar el esfuerzo que conlleva, en los ciclos programados por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo de esta temporada, contar con voces de primerísimo nivel como Joyce Didonato, Piotr Beczala o Javier Camarena, más aún en un contexto de crisis sanitaria (y su consecuente reducción de aforos) y económica como el actual, en una ciudad que no posee, ni de lejos, los recursos de las grandes urbes españolas.

El recital de la tarde-noche del miércoles comenzó, tal vez, algo frío, con las canciones de Donaudy y Respighi donde el tenor polaco se dedicó a calentar la voz y lucir unos graves bonitos, nada forzados, con un color atractivo y sugerente, llenos de armónicos, cuidando siempre el volumen en favor del sentido textual, con gran expresividad y delicadeza. “Nebbie” (de Respighi) resultó impactante por sus progresiones hacia el agudo, pero también por la solvencia de Beczala para resolver unos saltos de octava complicados sin perder afinación.

El segundo bloque del concierto del miércoles, integrado por canciones de Wolf-Ferrari y Tosti, evidenció un Beczala mucho más motivado. Para las cuatro piezas del primer compositor mostró un dominio del fiato que le permitió modelar las frases a su antojo y aportarles el carácter necesario, siempre con una línea de canto muy definida. Las obras de Tosti, que se ajustan a la perfección a sus características vocales, resultaron exquisitas. En ellas, el tenor explotó todo el lirismo de forma extraordinaria con un sonido muy cuidado y un fraseo delicioso, bien matizado, masticando cada vocal para que no se resintiera una nítida dicción.

La locura vendría de la mano de las arias de Verdi y Puccini, donde Beczala, interpretándolas de memoria, se mostró pletórico de confianza, muy cómodo en todo momento, dando rienda suelta a su brillante y contundente proyección y llenando cada rincón del auditorio con su voz apabullante, con sus ricos agudos y su voz bien timbrada, ejecutando con maestría unas cadenzas verdaderamente expresivas, sin perder en ningún momento la impostación y manejando con algo más de pastosidad su voz bien coloreada.

Sarah Tysman fue la pareja de baile perfecta para la velada musical. Desarrollando un programa exigente y luciendo una compenetración total con el tenor, estuvo muy pendiente de arroparlo en cada instante, esperándolo y respirando con él en una articulación muy bien trazada. Culminaría su gran actuación con una sutil e intimista ejecución de “Granada”. Un recital para soñar y para no olvidar que la lírica siempre tendrá en Oviedo un fiel compañero de viaje.

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