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Esteban Greciet

Clave de sol

Esteban Greciet

Tiempo de búsqueda, tiempo de perplejidad

Una reflexión provisional sobre un mundo en cambio

Entre los seres humanos de hoy mismo, vivos y coleantes, quienes ocupamos las últimas de las etapas en el tiempo solemos ser identificados con expresiones como mayores, ancianos, jubilados o los más viejos del lugar. Lo que suele suponer una simplificación entre peyorativa y misericordiosa.

Estamos, pues, ante una especie de tiempo residual que, pese al inevitable proceso de deterioro, uno aún resiste tras las batallas de la vida activa, adulta y retirada. Fase esta última que, por lo menos en nuestro mundo occidental, y a tiempo de hoy, suele alcanzar edades avanzadas, Siempre, con unos años más que nuestros abuelos y, por lo general, en un estado físico mejor.

Sea como fuere interpretada, etapa ésta de “jugar la prórroga” que se dice y que, con todas sus limitaciones, nadie suele querer perderse. Quiero decir que quienes tengan los años suficientes apreciarán la gran diferencia no sólo de los estados físico y mental sino y sobre todo de protagonismo y aún vestuario y tratamiento físico por parte de los veteranos, ellos y ellas, tan distintos hoy de las de hace medio siglo.

Los abuelos de antes eran o nos parecían viejos definitivos. Condición subrayada en actitudes, atuendos, costumbres y salud. Felizmente, todo ha cambiado en esos ámbitos con gentes muy activas, interesadas por todo lo que pasa. Incluidos los bisabuelos, que los hay. Lo sé yo.

Me ha dicho quien lo sabe que los seres humanos, en condiciones adecuadas, con alimentación propicia y costumbres saludables, estaríamos preparados hoy para vivir en condiciones aceptables la media de una década más. No sé si creerlo.

La vida es algo digno de conservar, pero también pone condiciones que los seres humanos vulneramos en alimentación, costumbres, relaciones humanas, ¡políticas!, dejándonos llevar de influjos y tendencias, de gustos, caprichos y hábitos sociales.

He escrito alguna vez que los seres humanos caemos muchas veces en una especie de ley física según la cual, sumergidos en la masa, perdemos gran parte de nuestra individual racionalidad. Está muy extendida la actitud de que a lo loco se vive mejor. Pero no es cierto.

La principal ventaja de una edad relativamente avanzada sería la experiencia que nos hace ver las cosas en su más adecuada medida poniendo cada una en su lugar y otorgándole la poca o mucha importancia de su verdadera dimensión. Pero siempre se ha dicho que el ser humano es el único ser viviente agresor del medio natural en el que vive. Y que tropieza dos veces en la misma piedra

Quién sabe si, andando el tiempo, comprendamos que las alteraciones universales que nos afligen no sean otra cosa que un gran tirón de orejas por el maltrato secular a la naturaleza y al sentido común. Y la escasa tolerancia y aún agresividad frente a otros criterios y opiniones. En suma, contra la convivencia.

Vivimos tiempos de búsqueda y de perplejidad.

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