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Elena Fernández-Pello

Al menos una

El temario de Filosofía de bachillerato no incluye a ninguna pensadora

María Zambrano. | Fundación María Zambrano

María de Toro González es una profesora gallega de Filosofía que da clase de Bachillerato en un instituto de Orense. Entre los filósofos incluidos en el temario de este curso, los que sus alumnos tienen que estudiar para preparar el acceso a la Universidad, no hay ni una sola mujer. Todos son hombres. A María eso no le cuadra y, para intentar subsanar lo que considera una notoria falta de equidad, ha movilizado a los compañeros y ha lanzado una recogida de firmas en la plataforma Change para exigirle al Ministerio de Educación que le ponga remedio.

María Zambrano. | Fundación María Zambrano

A ella se le ocurren, así a bote pronto, algunos nombres que podrían incorporarse a los libros de texto de sus alumnos: Hiparquia (una filósofa que vivió en el siglo IV antes de Cristo, adscrita a la escuela cínica), Hipatia (nacida en el siglo IV y destacada miembro de la escuela neoplatónica de Alejandría), Christine de Pizan (una veneciana, cuya biografía se extiende entre los siglos XIV y XV y que está considerada como una de las precursoras del feminismo), Hildegarda de Bingen (erudita, música y naturalista, mística, la llamaban la Sibila del Rin, en el siglo XI), Olympe de Gouges (autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, en plena Revolución francesa), Mary Wollstonecraft (una británica en la avanzadilla del feminismo, del siglo XVIII y madre de Mary Shelley, la creadora de Frankenstein), Harriet Taylor Mill (otra británica, esta del XIX, sufragista y autora de varios artículos sobre la emancipación de las mujeres), Simone de Beauvoir (icono feminista, existencialista, autora de “El segundo sexo”, su biografía atraviesa el siglo XX), Simone Weil (filósofa y mística, anarquista, luchó en la Guerra Civil española y en la Resistencia francesa, fue compañera de clase de Beauvoir), la malagueña María Zambrano (una de las “Sinsombrero”, acuñó el concepto de “razón poética”), Carol Gilligan (la estadounidense que definió la ética del cuidado), Donna Haraway (que en 1985 redactó “El Manifiesto Cyborg” y que es una autoridad en cuestiones éticas derivadas de la relación entre humanos y máquinas), Martha Craven Nussbaum (una neoyorquina autora de “La fragilidad del bien” y premio “Princesa de Asturias”, como Zambrano), Judith Butler (una de las fundadoras de la teoría queer), Hanna Arendt (tan vigente, que indagó en el origen de los totalitarismos y advirtió de las consecuencias de la banalidad del mal) y Vandhana Shiva (exponente contemporánea del ecofeminismo).

Hay muchas más, algunas notabilísimas y en pleno vigor intelectual. No hay que ir a buscar muy lejos: Adela Cortina, Victoria Camps, Celia Amorós, Eurídice Cabañes. Son de generaciones distintas, y distintas son sus preocupaciones y sus líneas de pensamiento, aunque en todas subyace, en mayor o menor grado, un enfoque feminista.

Lo mismo que sucede con las mujeres y la Filosofía se repite en el resto de las asignaturas que estudian los niños españoles: en la ciencia desde luego, pero también en la historia y en la literatura, aunque ahí sea más fácil tropezar con algún nombre femenino.

“En una sociedad democrática y que dice defender la igualdad de género resulta inadmisible que se siga invisibilizando la contribución de las mujeres en el currículo educativo y los libros de texto. El temario que se imparte en 2021 en los institutos está muy lejos de sintonizar con una realidad que supera con creces la visión engañosa de que solo los varones construyen la Historia, la Ciencia, el Arte o el Pensamiento”, sostiene María de Toro, que este curso se conforma con poder dedicar alguna de sus clases, al menos, a una mujer de entre las muchas que han contribuido a construir la historia universal del pensamiento.

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