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Fernando Granda

Cien días, prisas, colores y talante

La presidencia de Joe Biden

El mundo es distinto según el continente desde el que se mire: ¿es más rojo Joe Biden que Pedro Sánchez? Es más rojo quien puede que quien quiere. El anciano romo, sin chispa, azul, hasta soso que disputaba la presidencia de los Estados Unidos al estandarte rojo, vociferante, dominador de las redes telemáticas, está resultando el mandatario más social, eficiente, intrépido de entre los mandatarios mundiales. En cien días, 100, está cambiando radicalmente la política “del imperio”. Mientras, en España, y más concretamente en Madrid, los discípulos de Donald Trump siguen trumpeando a sus anchas. Rojo o azul significan distinto en cada continente.

El presidente de Estados Unidos respalda la liberación de las patentes de las vacunas contra el covid-19 para hacer universal su uso. El frío azul del anciano apaga al caliente rojo, caótico y vocinglero twiteador. ¿Tiene prisa? Puede que sí. Cuando se presentó como candidato a la presidencia de Estados Unidos muchas voces dijeron que era muy mayor para la tarea, para gobernar la primera potencia mundial, el país más poderoso del planeta. Y se especuló con que solamente sería presidente una legislatura o que renunciaría en favor de la vicepresidenta, Kamala Harris, joven y decidida. Puede que sí, también. De momento actúa rápido y puede que eficazmente. Esperemos que no sufra un Waterloo como Napoleón.

Su brevedad quizá sea una ventaja. No espera su reelección dentro de cuatro años. Puede que muchos analistas de la política norteamericana desde Europa se hayan equivocado. Se dijo que Bernie Sanders era demasiado viejo y demasiado rojo para la dinámica política de los Estados Unidos. Luego aparecieron matices sobre la edad y la rojería porque otro de los contendientes a lograr la candidatura demócrata era tan viejo como él. Ahora se ve que en esos baremos no había diferencia. Lo distinto era el talante.

Y parece que las prisas de Biden tienen su origen en que ese talante le urge a realizar su política sin estridencias pero quiere completarla. La tarea de desmontar, de deshacer, de desandar la política del empresario Donald Trump es ingente y parece pensar que no le daría tiempo a darle la vuelta. Sabe o piensa que no debe preocuparse por ser ¿candidato? en 2024 y lleva a cabo su política sin temores a un rechazo tras su primer mandato. Temores que parece tuvo Barack Obama, su anterior correligionario en la Casa Blanca.

De momento Biden da pistas, órdenes y cumple promesas. Y sus prioridades. Y habla de billones de dólares. Su lucha contra la pandemia vírica, que consume a los estadounidenses, ha cambiado la situación, remite y su decisión de proclamar una vacunación masiva, dotando con miles de millones de dosis, está logrando que millones de personas se libren del peligroso virus. “Estamos convirtiendo el peligro en posibilidad”. Otros de sus anuncios comienzan a funcionar, como las conversaciones con Irán para desbloquear la decisión trumpista de romper el acuerdo respecto a las nucleares.

La vuelta al acuerdo contra el cambio climático, su combate al racismo, sus cambios en cuanto a las relaciones exteriores que fue deteriorando su antecesor, su recuperación de la política demócrata con los organismos internacionales, se irán negociando en su tiempo. Ya ha anunciado su retirada con fecha fija de Irak, destinará un ingente presupuesto a programas sociales, a enseñanza, a generación de puestos de trabajo (el “New New Deal”, mediante la construcción de infraestructuras como carreteras, aeropuertos o “acceso a agua potable”), promete hacer que las grandes empresas paguen “la parte justa” para invertir en la nación, sin pretender castigarlas, “sin poner más cargas fiscales a la clase media que ya paga lo suficiente”. Aunque tiene problemas para resolver el problema de los niños que fueron separados de sus padres inmigrantes o el de Guantánamo.

Si sus críticos ven un peligro en la expansión del gasto público que aumente el déficit fiscal, la deuda pública y la inflación, Biden defiende su política como parte de su lucha por la democracia. Y muestra su prisa para realizarla antes de la mitad de su mandato, a finales de 2022, ya que los republicanos le podrían arrebatar sus escasas mayorías en la Cámara de Representantes y el Senado.

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