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José Manuel Ponte

La emoción de la simultaneidad

El emocionante final de la Liga española de fútbol

La penúltima jornada de la Liga recobró la emoción de la simultaneidad. Todos los partidos comenzaron a la misma hora y queda pendiente, para la que remata la competición, saber que equipo queda campeón, cuales son los que jugarán el resto de los torneos europeos, y quienes descienden o ascienden de categoría. El medio de comunicación más beneficiado fue la radio que iba saltando de un estadio a otro para cantar los goles y cualesquiera otras incidencias que merecieran ser relatadas a una audiencia que seguía el desarrollo de los acontecimientos desde su casa, el bar de la esquina o donde la pandemia los hubiera confinado.

Fue como volver a los años cuarenta, cincuenta y hasta los sesenta del pasado siglo antes de que las televisiones comenzasen a trocear el calendario de las retransmisiones. Primero se quedaron en exclusiva con el partido del domingo por la noche, luego, con el del sábado también por la noche, después con el del lunes y ya con la democracia (al menos en España) con los de toda la semana y con prácticamente todo el horario. Ibas por la calle y desde el interior de bares y cafeterías enormes pantallas proyectaban hacia fuera imágenes de partidos de fútbol que solo tenían interés –y muy relativo– para los forofos de una localidad determinada.

El que esto escribe que, por razón de la edad, conoció aquella época quiso seguir por la radio la retransmisión simultánea de la penúltima jornada de Liga para revivir sensaciones; y la verdad es que no se arrepintió. Noventa minutos de radio en directo, más otros treinta, incluidos los comentarios anteriores y posteriores al acontecimiento, son tolerables en una tarde de domingo y puede que hasta ayuden a hacer la digestión.

Además, los continuos cambios en los resultados contribuyeron a mantener alerta el interés, tanto por arriba como por abajo de la tabla clasificatoria. En un primer momento, el Barça tomó adelanto en Vigo jugando contra el Celta, pero después decayó y el favorito pasó a ser el Real Madrid que superó inesperadamente a un Atlético de Madrid, que parecía incapaz de ganarle al Osasuna. Hasta que el uruguayo Luis Suárez, a la heroica y en los minutos postreros, devolvió a los rojiblancos del renovado Metropolitano la condición de favoritos para ganar el campeonato si son capaces de superar en la última jornada a un Valladolid del que es accionista mayoritario el brasileño Ronaldo. Los que, siendo universitarios, residimos en la zona comprendida entre el final de Reina Victoria, la Dehesa de la Villa, el Servicio Meteorológico Nacional, el Seminario Teológico hispanoamericano y la Escuela de ingenieros de Montes, tenemos mayor simpatía por el Atlético de Madrid (antes Atlético Aviación) y nos gustaría que ganase la Liga. Fuimos muchas veces a verlo jugar. Y aún podemos citar de memoria una de sus alineaciones más famosas. Como esta: Madinabeitia (argentino); Rivilla, Griffa (argentino), Calleja; Ramiro (brasileño), Glaria; Miguel, Mendoza (mozambiqueño), Vavá (brasileño), Peiró y Collar. Luego vendrían Luis, Adelardo, Garate, Leivinha y Pereira (brasileños). Y otros también muy buenos. Si el fútbol pudo con la ausencia de espectadores en los estadios por causa de la pandemia es que puede con todo. Incluso con los disparatados proyectos de don Florentino Pérez.

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