Soplan vientos favorables para el sector naval asturiano, cuyos astilleros mantienen el buen rumbo pese a los embates tormentosos de la pandemia y sus efectos virulentos en órganos vitales de la economía regional. Con una carga de trabajo que supera todas las expectativas en un contexto de enorme dificultad, la construcción de barcos ha sabido adaptarse, encontrar nuevos nichos y remar contracorriente para convertir los problemas derivados de la transición energética en oportunidades, hasta el punto de proyectar ampliaciones de sus factorías que generarán nuevos empleos. El viejo dicho marinero de “a golpe de mar, pecho sereno” se cumple a rajatabla en la gestión de las dos firmas navales de la región, un ejemplo para la industria del Principado. Han logrado capear el temporal del covid sin daños graves en el casco del navío empresarial y nadie entendería que las instituciones les negasen el apoyo que precisan para recibir financiación europea.

Los astilleros españoles consiguieron durante el pasado año la contratación de 17 nuevos buques por un importe superior a 460 millones de euros, lo que supuso además tres millones de horas de trabajo para un sector que soporta la feroz competencia asiática, con el naval chino a la cabeza. La cartera de pedidos para 2021 asciende a 51 barcos, con un valor conjunto de 2.000 millones de euros, según datos de la sociedad Pymar, que aglutina a los pequeños y medianos astilleros privados de España. Asturias lidera ese extraordinario balance. Armón, con instalaciones en Navia, en Gijón y en Vigo, y Gondán, con sede en Figueras (Castropol), han sido noticia positiva esta misma semana y ejemplo evidente de que la capacidad de adaptación a las necesidades del mercado y la posibilidad de hallar nuevos nichos de negocio auguran una plácida travesía para un sector que sufrió una brutal reconversión en la década de los ochenta del pasado siglo. La competitividad y la especialización de los astilleros asturianos, así como su apuesta por la innovación, les han permitido sortear la crisis y conseguir contratos que garantizan su viabilidad a medio plazo.

Instalaciones de Astilleros Armón en Gijón. | JUAN PLAZA

Ambos han librado lo más duro de la pandemia atendiendo pedidos de buques con un alto contenido tecnológico y respeto medioambiental. Armón construirá en Gijón dos nuevos barcos atuneros de gran porte para la flota pesquera de la compañía mexicana Grupomar, propiedad del empresario asturmexicano Antonio Suárez. Gondán, por su parte, ha sumado a su cartera la construcción de buques para prestar servicio a parques eólicos marinos, por encargo de un poderoso armador de Noruega. El pasado miércoles, en la botadura de una de las naves, responsables del astillero castropolense reclamaron al presidente del Principado apoyo para acceder a los fondos europeos para la reconstrucción con el objetivo de financiar la ampliación y modernización de sus instalaciones, con el compromiso de crear doscientos nuevos empleos.

Los fondos europeos sitúan a España ante una ocasión histórica para transformar el sector naval. Suponen una oportunidad de oro en términos de innovación y para garantizar su competitividad. Así lo entiende Pymar, que ha presentado al Ministerio de Industria, en alianza con Navantia y Siemens, un proyecto para sacar partido de las ayudas comunitarias que pretende la transformación del sector de la mano de noventa proyectos a desarrollar hasta 2026 y con la posibilidad de movilizar más de 3.000 millones de euros.

En un momento crucial para la gran industria asturiana, cuyo futuro inmediato carga con el lastre del elevado precio de la factura eléctrica y de los derechos de emisión de CO2, el Gobierno del Principado está obligado a defender con firmeza los intereses tanto de las factorías afectadas por el proceso de descarbonización como de los astilleros, que merecen la consideración de sector estratégico para una Europa que pretende emerger de la pandemia con renovado impulso.

La rebelión y la audacia que el jefe del Ejecutivo propone como receta para afrontar la transición energética exigen pasar de una vez por todas de las palabras a los hechos. Y poner sobre la mesa toda su capacidad de influencia –si de verdad la tiene– para que el Gobierno de la nación reconozca, a la hora del reparto de esos fondos multimillonarios para la recuperación económica, la singularidad de una región que ha pagado un precio muy alto por liquidar el carbón y apagar el humo de las chimeneas de las centrales térmicas. Las empresas están haciendo ya grandes esfuerzos por adaptarse al nuevo modelo verde. EDP, por ejemplo, anuncia una inversión de 470 millones de euros en sus plantas de generación de Soto de Ribera y Aboño para volver a depender exclusivamente de fuentes de energía limpia como ocurría en sus orígenes, bajo la nominación de Hidroeléctrica del Cantábrico.

La determinación que se reclama al PSOE compete también a los otros partidos con representación en el Parlamento asturiano, especialmente a Podemos e IU, con asiento junto a los socialistas en el Consejo de Ministros. Si la apuesta por las fuentes de energía limpia resulta inaplazable, tampoco se puede demorar el compromiso firme, decidido y efectivo con Asturias de los gobiernos de Pedro Sánchez y Adrián Barbón.