La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Manuel Campo Vidal

Solo la España despoblada genera consenso

El tono constructivo de un encuentro sobre el reto demográfico

Hagan la prueba de algo imposible en esta atmósfera irrespirable de enfrentamientos políticos: busquen un asunto de interés público sobre el que reunir, para consensuar acuerdos, a dirigentes de todos los partidos y tendencias, de todas las administraciones (central, autonómica, provincial y local), con presidentes de ahora y de antes, y cítenlos en medio de la España casi desertizada, en una ciudad sin aeropuerto, sin AVE, ni trenes regulares frecuentes. Les dirán que eso es utópico. Pues existe una excepción: el reto de la despoblación tratado en la reunión del pasado viernes, 28 de mayo, en Soria, convocados por El Hueco. Admirable. Estar allí para ver, y ver para creer. Asistieron desde el presidente del Gobierno, con la vicepresidenta Ribera y la ministra Belarra, al líder de la oposición; los portavoces del PNV, Ciudadanos y Teruel Existe; las presidentas de Navarra y La Rioja, el expresidente del Gobierno Zapatero, el presidente de Castilla y León, además de las autoridades locales y provinciales. Los únicos no políticos invitados a intervenir fueron algunos empresarios y emprendedores, y mi modesta persona por la autoría del libro “La España despoblada”. No estaban -las únicas ausencias- los nacionalistas catalanes y la ultraderecha de Vox, acaso porque no los invitaron. Cinco horas largas de palabras relativamente coincidentes o complementarias. Refuerzo de la esperanza de que algo va a cambiar muy pronto en la España rural, desatendida desde hace más de un siglo por la España política, básicamente urbana.

Solo ese asunto genera consenso cuando al fin, después de décadas, se ha conseguido incorporarlo a la agenda política. No se firmó nada, aunque se reclamó un pacto de Estado; pero quedó claro el espíritu y la disposición a apoyarlo. Solo desafinó alguna nota, cuando Pablo Casado aprovechó el micrófono para anunciar que su partido se movilizará con firmas en la calle contra el probable indulto a los independentistas catalanes. Una parte del público se incomodó porque no era lugar apropiado para el anuncio. También Casado criticó que Pedro Sánchez hubiera viajado hasta allí en helicóptero pero eso, al fin y al cabo, subrayaba que hay que mejorar trenes y carreteras en la España interior.

Lo más novedoso en la reunión lo protagonizó con palabras sosegadas pero muy valientes el ex presidente del Gobierno, Zapatero. Intervino casi al final para destacar que allí no se había hablado de inmigración y sin nuevos moradores no será posible ganar la batalla de la despoblación. “Me criticaron mucho cuando regularicé setecientos mil contratos de trabajo a inmigrantes pero se creó riqueza: ahora hay que hacer lo mismo”. (...) “ Dejémonos de hipocresías: si aceptamos inmigrantes que cuiden a nuestros mayores, limpien casas, o trabajen en la construcción y otros sectores, debemos aceptar la convivencia con ellos aunque no tengan el mismo color de piel, o no hablen la misma lengua”. Es elemental, pero nadie lo había dicho así de claro. ”Ha sido el discurso que más me ha impresionado”, destacó Joaquín Alcalde, artífice de esa reunión que convirtió a Soria por un día en capital de la España despoblada.

Ahora falta pasar de las promesas a las realidades. Hay una cifra de inversión preparada (10.000 millones de euros procedentes de la Unión Europea) que sería imperdonable no administrar con acierto. Oportunidad única para corregir errores históricos, generadores de tanta desigualdad territorial.

Compartir el artículo

stats