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JC Herrero

Alarma, ¡el Estado!

Del “Ciudadano Kane” al hartazgo ciudadano

Que vivimos una política nacional de permanentes flashbacks es incuestionable, no ganamos para sustos. La pandemia se lo puso a huevo –a los políticos– para enderezar al vulgo a golpe de ocurrencias.

Ejemplo, la última salida de tiesto del principal portavoz del Estado que gestiona la pandemia. El señor Simón dejó caer que los medios de comunicación orientan a sus lectores, escuchantes o televidentes para que se inclinen por una u otra vacuna, algo así como –un periodismo farmacéutico, financiado por los laboratorios– fiel reflejo de la difamatoria estatal: matar al mensajero, vaya. Y no es que le tiemble la voz –siempre quebrada– es que ni se inmuta.

Otro flashback gubernamental es la tarifa horaria del consumo de luz, esta genialidad salió de la misma chistera del estado de alarma. Daría para mucha coña marinera aquello de encender la lavadora, planchar u hornear el pavo a horas intempestivas, ciertamente es una declaración –subliminal– de otro estado de alarma para que sigas enchufado en casa a las tantas. Las eléctricas legislan como las autonomías, avaladas por el Estado.

El guion de “Ciudadano Kane” se queda corto ante el juego jurídico-político al que nos tiene acostumbrados el Estado, este en particular.

Si un centro nacional de inteligencia lo representa un señor investigado, imputado y convicto que acude al juzgado escondido tras una carpeta o comparece como si fuera el personaje de “La máscara”… ¡Por los clavos de Clodomiro, esta representación del Estado no representa a ningún pueblo!.

No digamos la inteligencia obrada al pretender traer escondido, con esa misma carpeta, a un jefe tribal al que tu vecino tiene en busca y captura. Mira que hay países en Europa.

Nuestra inteligencia nacional no debió ver “Una Noche en Casa Blanca” de los Hermanos Marx, en este filme hay un moro en cada esquina con la oreja puesta. Está claro que la diplomacia española no anda mucho por los versos de Machado y su alma mora, de “Adelfos”, Logroño fue Castilla la Vieja.

En esta película nacional actual: expresidentes investigados, exministros imputados, gobiernos autonómicos encarcelados con voz y voto; comisarios descamisados que decomisan por comisiones a diestro y siniestro; ministros de Fomento que aterrizan aviones humanitarios en aeropuertos fantasmas; “marchas verdes” que maduran al albur de los tuit del extinto Donald Trump, y un largo etcétera que fuerza al pueblo a protegerse de su propio Estado.

De ahí que cambiemos el sinóptico “Estado de Alarma” por el exclamativo ¡Alarma, el Estado!

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