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Manuel Campo Vidal

Los indultos fracturan el independentismo

Una medida inteligente del Gobierno que refuerza la imagen de una España dialogante

Si se bucea en el debate de los indultos a los independentistas que se libra en superficie, se aprecian estampas muy interesante reservadas para el mundo submarino de la política. En la última semana, que comenzó con un “todos contra Pedro Sánchez” por su determinación en conceder los indultos, aunque limitados y condicionados, algunos barones históricos del PSOE como Felipe González, José Bono o el extremeño Guillermo Fernández Vara, moderaron su oposición inicial a la decisión del Gobierno. Al tiempo, barones del PP con mando, como el andaluz Moreno Bonilla, el gallego Núñez Feijóo y el castellano Mañueco, se desmarcaban de la concentración en la Plaza de Colón contra la medida. Saben leer su propia historia: Aznar, desde el Gobierno, fue el campeón de los indultos, en su mayoría muy poco discutibles.

La carta desde la cárcel del líder de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras, aceptando el indulto y mostrando su disposición al diálogo sosegado, ha contribuido a ese cambio de posiciones que augura una etapa con menos enfrentamientos entre Cataluña y España. En contraposición, se disparan las tensiones en el bloque independentista. Esquerra, que ya preside la Generalitat, lo que no sucedía desde la Segunda República, parece haberse decidido a hacer vida política propia, sacudiéndose el temor reverencial al ex President huido, Carles Puigdemont. Dentro de su partido, Junts per Catalunya, los talibanes de Puigdemont acosan por tibio a su secretario general, Jordi Sánchez, que también será indultado. Los indultos dividen al independentismo, claramente. Lo explicó sin rodeos Elisenda Paluzié, presidenta de la Asamblea Nacional Catalana: los indultos, dijo, nos dividen y nos debilitan en la escena internacional porque refuerzan la imagen de una España dialogante. Los considera una medida inteligente del Gobierno español, dañina para el independentismo y que “deja fuera a los exiliados”.

Con Puigdemont descolocado ante la medida de gracia, la ministra de Podemos, Ione Belarra, le echó un cable pidiendo que pueda regresar sin ser detenido. En minutos, la portavoz María Jesús Montero, socialista, puntualizó: “Puigdemont debe ser puesto a disposición de la Justicia”.

Mientras un nuevo clima político distendido se abre paso, el Círculo de Economía catalán prepara su semana anual de reflexión titulándola “La gran reconstrucción”. Asistirán Pedro Sánchez, Pere Aragonés, el rey Felipe VI y el presidente de Corea del Sur. Los empresarios catalanes piden que Madrid deje de actuar “como una aspiradora económica”, aprovechando el factor capital del Estado. Es sólo parte del problema. La conflictiva política catalana es la que ha venido actuando como centrifugadora de inversiones. La última decisión que ha decepcionado ha sido la elección de Málaga, en vez de Barcelona, por parte de Google, para la construcción de un centro de excelencia para ciberseguridad. Son 650 millones de inversión. Y Amazon ya eligió tres localidades aragonesas para situar su “región” del sur de Europa en una operación que generará más de mil puestos de trabajo cualificados.

El daño reputacional a Cataluña infligido por el “procés” independentista tardará bastante tiempo en cicatrizar. El problema no es sólo que empresas y bancos se marcharan, sino que las que normalmente debían llegar, no lleguen en bastante tiempo. De ahí que el Círculo de Economía trate de evitar el declive aprovechando el nuevo clima político. La esperanza es el combustible básico para “la gran recuperación” que promueve la entidad, ahora presidida por Xavier Faus.

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