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Pere Casan

El lenguaje musical

El poder de la música para frenar el deterioro cognitivo

La música ejerce un gran poder entre todos los seres vivos. Uno de los mejores placeres existentes consiste en cantar una canción. Para ello se precisa haber desarrollado un sexto sentido, con la participación de los demás, que lleva todos los elementos de la música hasta lo más profundo de nuestro cerebro. Solo en algunos (amusia), este sentido está poco elaborado y la afinación se hace complicada. La música tiene su propio lenguaje y, sin duda, aquellos que lo dominan pueden disfrutar de un escalón superior en el placer musical. Como ocurre en todos los lenguajes, es necesario un proceso de aprendizaje, proceso que resulta difícil para muchos al principio, pero que una vez superada la fase de comprensión y con el entrenamiento adecuado, permite el deleite de los intérpretes. La escala de placer culmina con la composición y con la dirección musical.

Que la música amansa las fieras es un hecho conocido desde la mitología griega. Orfeo tocaba maravillosamente la lira y enamoró a Eurídice, quien huyendo del pastor Aristeo recibió la mordedura mortal de una serpiente. Orfeo descendió al inframundo en busca de su amada y en el camino tropezó con el perro guardián Cerbero (Can Cerbero: guardián o portero en algunos deportes), quien quedó rendido ante la música de la lira de Orfeo. Es conocido que el regreso fue trágico y que al no cumplir con la demanda de no mirar hacia atrás, dejó definitivamente a Eurídice en el Hades.

La música ejerce un efecto tranquilizador sobre los seres humanos y sobre algunos animales. Incluso se ha observado que este relax aumenta la producción de huevos en las gallinas, si deambulan entre los conciertos de Brandeburgo de Bach o las sinfonías de Mozart. Con estos compositores se obtiene un incremento del 6% en el total de puestas diarias, según estudios realizados por Isabelle Pettersson, de la Universidad de Bristol (The happy egg co). Pero esta acción relajante y productiva se ha visto ahora complementada por la confirmación de un efecto muy positivo sobre el deterioro cognitivo y la demencia. Un grupo de investigadores de la Universidad de Pittsburg (Pennsylvania, USA) han publicado un metanálisis sobre estas cualidades de la música (Jennie L. Dorris et al. J Am Geriatr Soc. 2021. doi: 10.1111/jgs.17208). Estos autores reunieron un total de 21 estudios que sumaban 1472 personas, con edades comprendidas entre los 69 y los 88 años. Todos ellos sufrían un mayor o menor grado de deterioro cognitivo y como parte de su terapia recibían lecciones dirigidas (mínimo de 30 min/día durante un mes) de interpretación musical, canto libre o con apoyo instrumental (básico para marcar el ritmo). El resultado de la investigación es muy esperanzador ya que se pudo objetivar una clara (aunque no extraordinaria) mejoría, estadísticamente significativa, en su calidad de vida, estado emocional, depresión, grado de ansiedad y comportamiento social. Sin duda es algo muy concreto a incorporar como elemento terapéutico en los centros sociales o en las residencias de ancianos. Cantar aleja los fantasmas de la pérdida de memoria y de la demencia senil.

Mencionábamos al inicio a Orfeo y Eurídice y para recordar su amor nada mejor que escuchar atentamente el lamento del músico en el acto III de la famosa ópera de Christoph Willibald Gluck (1714-1787), ante la dolorosa pérdida de su amante. Pueden hacerlo en italiano o francés (también en la lengua propia) ya que la ópera se representa habitualmente en cualquiera de estos dos idiomas “Che farò senza Euridice?/J’ai perdu mon Eurydice” y está interpretada por las principales voces, pasadas o presentes, de contralto o mezzosoprano dramática, ya que se trata de una composición obligada para todas ellas. A la luz del estudio citado, cantarla bien afinada en cualquiera de los idiomas, alejará nuestro deterioro intelectual y mejorará nuestro estado de ánimo.

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