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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Póngales usted la etiqueta

Los actos del Gobierno más ucasador de la democracia

El Gobierno proclama que las nuevas medidas ucasadas (este Gobierno es el más ucasador de todos los de la democracia) por el Ministerio de Teresa Ribera (mírenla ustedes a los ojos y lo comprenderán todo, pero no es ella la responsable última: lo es quien la aupó y la sostiene, así como los que la aplauden) harán bajar el recibo de la luz. A partir de ese momento, la luz no para de subir hasta alcanzar niveles de récord. Pero no es eso lo más sustancioso del asunto. Otro Ministerio, el de Industria, realiza fuertes críticas contra el nuevo sistema de distribución de costos de la energía y el que se proponga bajar la luz (que no baja, sino que sube) subiendo los carburantes y el gas. Y, para más inri, a la vista de la realidad, la de Transición Ecológica y Reto Demográfico (¿y por qué no “Y Churras y Merinas”?) reconoce que los efectos de sus planes “tardarán en verse”. Ya ven ustedes qué Gobierno.

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Y esa mezcla de incompetencia, tragedia, comedia bufa y daño a los ciudadanos ocurre con más frecuencia que la falta de sol en Asturies. Un ejemplo. El BOE publica la exigencia de que desde el 7/06/2021 los viajeros provenientes de Portugal, por cualquier medio, han de hacerse un PCR, norma hasta entonces inexistente. Golpe al sector turístico. Anulación de reservas. Sólo dos días más tarde, el 9/06/2021 el BOE da a luz la liquidación de la orden. ¿Quién lo parió? ¿Con quién consultó? ¿Era necesario? Si no, ¿por qué se puso? Si sí, ¿por qué se anuló? Pues nada, como la norma de llevar mascarilla en el Urriellu o en la soledad de Muniellos, que apareció de repente en el Senado, cayó en el BOE y ahí sigue. ¿Quién? ¿Nadie se percata nunca de los disparates?

Dejaremos para otra ocasión la falta de voluntad del Gobierno central para sacar una nueva ley que permitiese a las comunidades autónomas establecer restricciones sobre la pandemia sin que tuviesen que verse sometidas al arbitrio o arbitrariedad de los jueces, limitando así su capacidad para atajar la enfermedad, pero no podemos escaparnos de poner el ojo en el Ministerio del ramo, el de Sanidad.

El 2 de junio se reúne el Consejo Interterritorial de Salud. El Ministerio trae a la reunión unas normas que no reciben la aprobación más que de una parte de las comunidades. El 5 de junio el BOE las publica y las declara obligatorias. La ministra Darias sale a la palestra y amenaza con las penas del infierno a los incumplidores. Se arma el escándalo: el Consejo puede acordar, pero no “legislar”, y menos obligar. El día 9, cuatro días después, la Ministra rectifica y da la razón a los discrepantes. ¿Quién los asesora legalmente? ¿Quién los aconseja políticamente? ¿Con qué otros miembros del Ejecutivo hablan estos tipos?

Y la última. Suben al Urriellu y al Monsagru (“que nos sieglos sirvió d’escondidiella a les Santes Reliquies”), a lo alto del Guadarrama, y proclaman urbi et orbi un pajiniano (por cierto, Zapatero las colocó bien a todas) “acontecimiento histórico”, una entrevista entre los progresistas Biden y Sánchez. No reparen ustedes en la brevedad del encuentro (casi una eyaculatio praecox), no atiendan tampoco a todo lo que Pérez-Castejón afirma haber eyaculado sobre el estadounidense en ese breve trayecto y tiempo (sería como un antigua cinta pasada de revoluciones), miren simplemente el vídeo: Biden no le dirige la mirada (¿tiene tal vez tortícolis?), Biden no dice nada (¿es que no oye?, ¿acaso está un poco duro de oído por la edad?) en todo el microtrayecto en que Pedro acompaña a Joe; al final, sí, le da una especie de palmaduca y debe decirle un “¡Hala, rapacín!”, una actualización del cervantino: “Caló el chapeó, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada”. Ridículo cósmico.

¿Ustedes qué etiqueta le pondrían a estos fenómenos? Eviten, por supuesto, que les venga a la mente lo que a mí me adviene en estos momentos, aquel “una casa de lenocinio de módico estipendio”, de una de las primeras novelas de Pérez de Ayala.

Eso sí, también podemos reírnos un poco.

PS. Llegará la caída de las mascarillas, se han suavizado muchas restricciones, pero ahí siguen las limitaciones en el uso de los urinarios, que nunca tuvieron ningún sentido, para que la gente se aglomere y desespere en sus puertas. Llegará la normalidad y ocurrirá con ellas como con esas leyes antiguas que siguen en vigor décadas después de que el objeto de las mismas haya desaparecido. ¡Gobiernos y legisladores!

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