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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

La Bolsa de los gestos

El gesto histriónico del futbolista de la Juventus Cristiano Ronaldo retirando dos coca-colas de la mesa de prensa de la Eurocopa para brindar el mensaje de que beban agua –aparte de las apreciaciones dietéticas o del celo publicitario del hombre anuncio portugués– costó en Bolsa al refresco una caída de valor de 1,7%, casi 4.000 millones de dólares. CR tiene 300 millones de seguidores de Instagram y nadie se atreve a negar la relación causa-efecto. El día acabó para Coca-Cola con una pérdida de 1,09%, de 2.500 millones. Una fluctuación.

Hay una Bolsa de los gestos y las escenificaciones, pero no se conoce su valor en tiempo real. Para recuperar a la sociedad civil catalana del independentismo, Pedro Sánchez fue al escenario del Teatre del Licéu de Barcelona a cantar “El reencuentro”, el encuentro en re de los indultos. A la puerta, los indepes escenificaron la discrepancia con una pancarta de “Amnistía y autodeterminación” y un coro que cantaba “botifler” (en castellano “traidor”) al público. El llamado “gesto de magnanimidad del Gobierno”, Oriol Junqueras lo ha denunciado como un “gesto de debilidad del Estado”. No sabemos la cotización social en Cataluña de los gestos de dar y de desdén de recibir.

La derecha española ha recogido en 15 días 300.000 firmas contra los indultos, una cotización más baja que los 4 millones contra el Estatut de 2006. Nuestro catolicismo es del Nuevo Testamento, tan partidario del perdón como el Antiguo Testamento lo es del castigo. La derecha federica ha sacado pronto el índice que acusa de “complicidad”, como se entendía antes, como asociación para el crimen, no como manifestación de solidaridad o camaradería, la más usual ahora. Han señalado al Rey como cómplice porque le tocará firmar los indultos y como hizo con los anteriores y con otras mierdas más que le van en el oficio. Y ya han sacado del baúl herrumbroso “la traición”. “Traidor” (en catalán, “botifler”). Van rápido, como los movimientos de la Bolsa, pero ignoramos la cotización y Sánchez confía en la fluctuación, porque es su manera de seguir en la superficie.

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