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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Sánchez, embarullándolo todo

La supresión de las mascarillas al aire libre

Paseantes con mascarilla en la playa. EFE

El miércoles 16 se reúne el Consejo Interterritorial de Salud y lleva en el orden del día el estudio de la exigencia de las mascarillas al aire libre. No se llega a conclusión alguna y se deja para otra reunión. El viernes 18 Sánchez sube al Sinaí y nos anuncia que convocará un Consejo de Ministros extraordinario para anunciarnos lo que ya nos anuncia en ese momento, que, a partir del día 26 no será necesario el uso de mascarillas: “Este será el último fin de semana con mascarillas en los espacios al aire libre”.

Como ven ustedes, lo del “diálogo” y la “cogobernanza” significan para Sánchez “yo mando y tú obedeces”, es decir, palabras para seducir. Pero la cuestión no es únicamente que haya pasado por la entrepierna al Consejo Interterritorial y a los presidentes autonómicos, la cuestión no es tampoco que sea una medida en algún modo temeraria –como han denunciado muchos profesionales de la medicina–, en tanto que aún existe un relativo alto índice de transmisión del virus y que la población vacunada es numerosa, pero no suficiente; lo peligroso es la forma –el fondo y la forma– en que ha sido hecho el anuncio.

Es cierto que hay otros países que han tomado una medida semejante o están a punto de tomarla, pero verán. ¿En qué va a consistir ese librarse de mascarillas en exteriores? Pues, si no estoy equivocado, en eliminar las prohibiciones que nunca debieron ponerse: que cuando estemos en medio de Muniellos, en el Urriellu, en la playa separados de los demás, paseando por la solitaria ciudad de las siete de la mañana o por los prados de los alrededores, no tengamos que ponernos la mascarilla. Tampoco cuando estemos con convivientes. Pero sí tendremos que seguir llevándola, aparte de en interiores y con no convivientes, cuando no podamos mantener la distancia de 1,5 metros con los demás, esto es, para entendernos, paseándonos a horas de tránsito por la calle Uría de Uviéu, la calle Corrida de Xixón o los aledaños de la Plaza España de Avilés.

Si esto es así, la forma de enunciarlo de Sánchez –cuestiones de respeto institucional aparte– constituye una invitación a pensar que la ausencia de mascarillas en el exterior va a ser incondicional: lean ustedes la frase entrecomillada del principio.

Y establecida esa opinión entre la gente, a ver quién da marcha atrás o es capaz de hacer que se cumplan las limitaciones de ahora sí, ahora no.

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