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José Antonio Díaz Lago

Vacaciones a toda costa

El alarde de sinceridad del ministro Escrivá

¿Susto o muerte? Esas eran las alternativas del conocido chiste. Intuitivamente era mejor inclinarse por el susto a ver que pasaba, porque lo de la muerte resultaba bastante obvio. Los americanos tienen una variante más ambigua, ellos dicen ¿truco o trato? Por lo visto hay que elegir trato porque lo del truco parece que desemboca en una maldición perpetua, tipo noche de Walkpurgis.

En esas estábamos, desperezando el estío, soñando quizá con unas vacaciones sin demasiadas exigencias, solo para recordar como éramos, cuando el ministro Escrivá, cabe entender que en un alarde de sinceridad improvisado o incapaz de oponerse a su propia naturaleza (como en la fábula del escorpión y la rana) va y boicotea involuntariamente el éxito de un nuevo acuerdo entre empresarios, sindicatos y Gobierno y suelta la bomba: esto de las pensiones no se financia y alguien tiene que pagar el pato, o sea la factura.

¡Vaya! ¿Pero no decían que el gobernador del Banco de España, Hernández de Cos, era un aguafiestas al que el portavoz de uno de los partidos del Gobierno sugería “correr a gorrazos” por atreverse a cuestionar la subida del salario mínimo, y hasta proponía en su lugar afrontar reformas estructurales y reducir el gasto? ¿No era que FEDEA y Ángel de la Fuente, su director, poco menos que deliraban cuando advertían que el sistema de pensiones no se financiaba, peligraba, y que no se podían ligar sin más ni más las pensiones al IPC y abandonar el factor de sostenibilidad?

El factor de sostenibilidad, introducido en 2011, pretendía relacionar las percepciones de pensiones con la esperanza de vida y garantizar la equidad intergeneracional. El acuerdo actual entre Gobierno, sindicatos y empresarios plantea su eliminación y, no se sabe si como trato o como susto, no está claro si de forma no deliberada o de forma bien pensada, lo suprimen y antes de que a algunos les de tiempo a alegrarse por lo que les toca, camino de la playa les anuncian que esta fiesta la pagarán ellos, la generación del “baby boom”. Se siente.

Que en un mismo día se anuncie por el Gobierno el abandono del factor de sostenibilidad y, a renglón seguido, la creación de un “mecanismo de equidad intergeneracional”, que suena a lo mismo, pero cambiándole el nombre, parece algo confuso, salvo para Garamendi, representante empresarial, que acaba de acordar el abandono del factor de sostenibilidad, al tiempo que lo reclama: “en la práctica se va a mantener, se llame como se llame” nos dice. O sea que el factor de sostenibilidad está y no está al mismo tiempo, todo perfectamente claro y trasparente, como sugería el Banco de España en un reciente informe sobre las pensiones, en el que señalaba que esa reforma requería transparencia, predictibilidad y consenso político amplio. No es extraño que con todo esto, el factor que está y no está, las soflamas a la equidad intergeneracional y el anuncio de que esto lo pagarán un par de generaciones, los líderes sindicales presentes en el acuerdo se hayan molestado; su escenificación ha sido la más consistente y profesional, sin duda.

El escenario, desde luego, es emocionante, parece recordar a los tiempos del ¿tocóte? cuando se adjudicaban casas, o a la rifa del premio Gordo de Navidad, solo que en este caso lo que se rifa es el coste a abonar y quien lo asumirá. ¿Y tú de que año eres? se pregunta ahora la gente por doquier y ¿te puedes prejubilar o jubilar? ¿Y a mi régimen le afecta? La letra pequeña queda para el Gobierno y la comisión de expertos monclovitas que allá por noviembre despejarán todas las dudas y cuantificarán, esperemos, lo que ahora solo han enunciado. Nada mejor para convencer a la ciudadanía de que se jubile más tarde, o disuadir a los dudosos que no las tienen todas consigo de que no lo hagan, que anunciar que habrá recortes en las pensiones “aunque moderados” y que siempre tienen como opción “trabajar un poco más”. Si alguien pedía que las reformas fueran consistentes o predecibles, esta no lo puede ser menos.

Así que esto hay que pensarlo, y que, con estos mimbres, no nos pase como al personaje de “1.280 almas” la famosa novela negra de Jim Thompson cuando decía: “me puse a pensar y pensé y pensé otro poco y llegué a la conclusión de que no sabía que es lo que tenía que hacer”. Es tiempo de descansar en la medida de lo posible, ya nos ocuparemos a la vuelta del verano, tampoco hay muchas más opciones, porque claro lo que se dice claro, parece que estará como pronto en noviembre, se supone que de este año. Como decía el gran humorista francés Pierre Daninos en uno de sus títulos, ahora es tiempo de vacaciones, “¡Vacaciones a toda costa!”.

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