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Fernando Granda

Franganillo y su telediario innovador

Una reivindicación de la información más allá de las grandes urbes y las declaraciones políticas

Puede ya estar tranquilo. Un comunicador de un medio español declaraba en una entrevista hace unos meses que “todavía estoy esperando escuchar un buen informativo”. No recuerdo haber encontrado una réplica a tan rotunda y petulante afirmación. Hace unos días un informativo televisivo pudo haber calmado sus ansias de buen hacer. Carlos Franganillo, desde un pequeño pueblo de Ávila, con menos de doscientos habitantes, realizó un Telediario en Televisión Española que rompía moldes. Abandonó un espectacular estudio con las últimas novedades tecnológicas, un diseño vistoso y original, con una gran mesa que parece “la de la plancha”, para dirigir su contenido desde la plaza de Villafranca de la Sierra.

Reivindicaba el periodista ovetense la información más allá de la generalidad de las capitales, de las grandes urbes, de los políticos de polémicas declaraciones, de la consuetudinaria oficialidad. Informaba desde la España vacía o vaciada, lejos de los focos de los cauces oficialistas políticamente correctos, de espectaculares imágenes y sofisticados enlaces internacionales. Lo hacía desde un escenario de piedra y adoquín, con gran parte de los residentes de uno de los municipios cercanos a la gran urbe pero alejados del bullicio de los millones de urbanitas que mayoritariamente desconocen la cotidianidad rural, dura, aislada, olvidada.

Demostró que la tecnología puede llegar a los rincones recónditos de nuestra geografía, que las gentes de los pueblos necesitan la misma atención que los de las grandes poblaciones, que la sensibilidad es connatural con las personas y no con las multinacionales. Que el objetivo informativo son las personas y no los poderes políticos, los poderes económicos, los religiosos, los ideológicos. Y que lo esencial es la calidad y no la tendencia y sus sentidos y direcciones.

Ya el informativo vespertino de Televisión Española situó su plató en un hospital en plena pandemia y en un colegio cuando se discutía la labor educativa. Ahora, cuando se habla de la zona despoblada del país, las diversas causas de este vacío, se discierne sobre su remedio y de anunciados pequeños regresos a la zona rural con el teletrabajo, Franganillo describe la situación desde una plaza a la que convoca a las gentes del pueblo para que muestren su naturalidad. Informó de todas las cosas que habían ocurrido aquella jornada por el mundo pero reservó un espacio para lo sucedido en la pequeña localidad, que para sus habitantes es importante.

Los telediarios de las distintas cadenas presentan diversos estilos –en política, economía, cultura, sucesos– y resaltan unos más que otros sus intereses o su sentido y dirección a un público u otro. Y la escala de este programa refleja un inconformismo con la rutina, sin buscar ese público más proclive a unas noticias que a otras. Aunque los actuales informativos de la cadena pública nacional son objeto de algunos ataques indisimulados de los círculos más interesados en su competencia y hasta en su desaparición. De ahí algunos rumores e informaciones sobre la fulminación o no renovación de programas que compiten con éxito con fórmulas similares de otras cadenas.

Sin embargo Radiotelevisión Española se muestra más plural en su programación con sus espacios informativos, documentales, culturales, deportivos que otras cadenas privadas, a pesar de lo cual sigue teniendo menor acogida en encuestas y registros de audiencia. Ya Las Noticias de La2, que presentaba Mara Torres, dejó constancia de ello. Este telediario mostró al único habitante de un pueblo, a una ganadera casi aislada, la gran distancia entre las comunicaciones telemáticas de los pueblos y las ciudades –la señal que les llega de internet, el montículo donde se concentran los chavales para lograr cobertura para sus móviles–, las dificultades educativas, sanitarias y sociales de la España rural... Parecía que nos repetía escenas filmadas por Berlanga o Cuerda. Pero era todo real. Personalmente espero que las innovaciones que van introduciendo sus programadores, sus periodistas, sus directivos vayan mostrando esa pluralidad. RTVE lo merece ya que la sostenemos y pagamos todos.

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