La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

En recuerdo de Tico Medina, maestro y amigo

A propósito de una última y emotiva conversación, el pasado 27 de junio, con el periodista fallecido el lunes

–Hola, Juan. Estoy muy enfermo. Me estoy muriendo.

–¡Anda, no seas exageráo. Ya te salió la vena andaluza, le respondí.

–No. Ahora va en serio.

–¿Pero qué te pasa?

–Estoy ingresado, con cáncer y los pulmones encharcados. Me alegro que me hubieses llamado para despedirme de ti, que me enseñaste a querer Asturias desde Cudillero. Y estoy seguro de que, cuando me vaya, que será en breve, San Pedro me abrirá las puertas del Cielo de par en par, que para eso soy pixueto de corazón y de adopción; incluso me rebauticé en la Fuente del Canto. Un abrazo muy fuerte, Juan, para ti y los tuyos; para Cudillero, para Asturias. Te quiero mucho.

–Bueno, tranquilo. Ya hablaremos. Descansa.

Esa fue, más o menos, la conversación telefónica que mantuve el 27 de junio pasado con Tico Medina. Una semana después, su pronóstico se cumplió. Desde entonces, ando un poco perdido, desnortado. Sí, ya sé que los años pasan y pesan, que es ley de vida. Pero cuando pierdes a un amigo –casi hermano–, algo de uno se va con él. Y, por otra parte, renacen los recuerdos…

Conocí personalmente a Tico a últimos de la década de los 80. Era, no descubro nada, un periodista-reportero de prestigio internacional a quien admiraba por su manera de escribir y además me caía bien porque, todo hay que decirlo, en la revista “¡Hola!” tenía una sección titulada, creo, “Carta a siete nombres de mujer”. Y una de ellas se la dedicó sorprendentemente, porque no la conocía, a mi abuela Elvira Bravo. A través de nuestro común amigo, que también se fue, Faustino F. Álvarez, contacté con él y con motivo de asistencia a Madrid al rastrillo benéfico “Nuevo Futuro”, tuvimos ocasión de charlar y cenar con él en el Centro Asturiano de la capital e invitarlo a presentar en Cudillero a Faustino, que leería el VIII Cuaderno Literario “Escritores en Cudillero” el 27 de abril de 1990, lo que aceptó encantado. A partir de ahí, surgió el “flechazo” con la villa pixueta. Un año más tarde, sería él el autor del IX Cuaderno, una pieza literaria maravillosa, que nos leyó durante el transcurso de la tradicional “Fiesta Literaria de la Mar”, el 27 de abril de 1991. Y nació una amistad imperecedera. Y fue cómplice y valedor de todas las actividades de la Asociación “Amigos de Cudillero”, de la que era presidente de honor.

En 1997 hizo una ofrenda inolvidable en nombre del referido colectivo a Santa Ana de Montarés con motivo de la celebración del día del socio y fue llamado a pregonar la gastronomía y otras excelencias en distintas localidades de Asturias, siempre con calidad y calidez. Por otra parte, tuve el honor de escribir con él “Cudillero en el recuerdo. Evocación gráfica”, un libro que se agotó a los pocos meses de editarlo.

En lo que a reconocimientos se refiere, fue distinguido, entre otros galardones, con la Medalla de Plata de Asturias siendo presidente Sergio Marqués –otro gran paisano que se nos fue–, es Vaqueiro de Honor, Premio “Mandil del Colesterol”, de Avilés, y “Asturias” de Periodismo, del Centro Asturiano de Madrid. “Amigos de Cudillero” lo distinguió con la IX Insignia de Oro y con la XVII Amuravela de Oro. Y él nos distinguió a todos con su amistad.

El caso es que se nos fue Tico, aunque no del todo, porque su amor y pasión por Asturias en general y Cudillero en particular perdurará entre nosotros. Como acaba de escribir mi buen amigo y poeta Manuel García Estadella:

“Serás en Cudillero un recuerdo imborrable, / por mucho que se vaya la vida a navegar”.

Descansa en paz, Tico. Amigo. Hermano.

Compartir el artículo

stats