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Vicente Montes

Asturias, ejercicio para el reformado Gobierno

La inversión en Arcelor permitirá saber cuánto le toca a Asturias del objetivo económico de los cambios de Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visita Asturias este martes en medio de la máxima expectación para desvelar las inversiones que deberán garantizar la continuidad de Arcelor en el Principado y un impulso a la descarbonización regional. La confirmada presencia, también, del presidente ejecutivo de la multinacional, Lakshmi Mittal, y de su hijo Aditya Mittal (presidente y consejero delegado) parece un signo positivo ante las numerosas incógnitas sobre el futuro y la competitividad de las instalaciones del gigante siderúrgico. Sánchez llega, además, después de haber imprimido un relevante giro a la parte socialista de su Gobierno con dos objetivos: primero, remarcar los perfiles dirigidos a la segunda parte de la legislatura con la recuperación económica como horizonte (la pandemia, a la fuerza, será ya cosa superada); segundo, preparar una estrategia de refuerzo del liderazgo dentro del partido de cara al congreso federal y, quizás, a un posible adelanto electoral. ¿Cuánto le tocará a Asturias de ese supuesto impulso del Ejecutivo a la economía?

Sin duda, Sánchez anunciará un compromiso de su Gobierno (a costa de los fondos europeos) por la modernización de las instalaciones de Arcelor en Asturias, pero la cifra que se anticipa enorme no debería ser la única noticia. El Principado considera que la clave está en que, con una renovación como la que supone la construcción de un nuevo horno eléctrico, la multinacional debe poner sobre la mesa también una apuesta por la continuidad de sus instalaciones en Asturias, frente a cíclicos vientos de deslocalización (el más intenso sopló hace unos dos años).

Con todo, los detalles sobre la inversión son también relevantes, porque determinan el efecto que tendrá en el empleo a corto plazo, más allá de pretensiones al medio. El paradigma de la descarbonización es sencillo sobre el papel, pero tiene sus agujeros. Por ejemplo, el pilar fundamental, que es el que toma el hidrógeno como piedra angular, aún está en el aire.

La promesa óptima para las instalaciones asturianas de Arcelor sería la de ejecutar inversiones para construir un horno eléctrico que en un futuro utilice mineral de hierro reducido mediante un proceso en el que se emplee hidrógeno verde (eufemismo para referirse a hidrógeno obtenido empleando energías renovables). Y que además el proceso de reducción del mineral se llevase a cabo también en suelo asturiano, lo que implicaría más actividad y empleo. Ahora bien, ¿cuándo y cuál será la producción de la cabecera siderúrgica en Asturias mientras se lleva a cabo esa transición?

El horizonte del hidrógeno no es inmediato. Es cierto que existe una voluntad mundial por acelerar los procesos que permitan reducir el coste de su producción. Obtener hidrógeno mediante electrólisis utilizando energías renovables tiene un coste estimado de unos 5 euros por kilogramo y para que pueda resultar competitivo, ese coste debería reducirse casi a la tercera parte. Pero gran parte de esos 5 euros provienen de la necesidad de obtener energía limpia a bajo coste, de ahí que la cadena pase además por planes de expansión de parques eólicos en todas partes, incluso flotantes en el mar, o grandes extensiones de paneles fotovoltaicos. Pero también esas instalaciones tienen tienen su coste. No hay duda de que la tecnología acabará venciendo todas esas resistencias y abaratándose, pero no será mañana.

Por el momento, la fórmula más rentable para obtener hidrógeno es mediante el uso de gas natural, pero el proceso conlleva una gran cantidad de emisiones de dióxido de carbono, de modo que lo comido por lo servido. Eso sí, el coste de producción es mucho menor que el del hidrógeno verde.

Por tanto, el largo camino hasta que se cumplan las condiciones energéticas que permitan que los planes futuros de Arcelor estén a pleno rendimiento lleva a preguntarse qué pasará mientras tanto. De ahí que el compromiso de producción de acero a corto plazo resulte la cuestión clave. Por tanto, si la inversión de Asturias es equiparable a las que la multinacional proyecta en otros territorios de cara a esta transición productiva podrá considerarse una excelente noticia. Y si no es así habrá que leer bien la letra pequeña.

La visita de Pedro Sánchez puede despejar un asunto clave para Asturias, pero la comunidad autónoma aún tiene otras cuestiones pendientes del Gobierno. Las preguntas sobre el reparto final de los fondos europeos, el fantasma de la reforma del sistema de financiación autonómica (que suele pasear por las galerías políticas cíclicamente) y la reforma del mecanismo del precio de la electricidad son algunas de esas cuestiones. El gobierno de Adrián Barbón sin duda aprovechará el empujón que supondrá el anuncio del martes; habrá que ver si finalmente también reformula su estructura, al modo Sánchez, o solo hace retoques para afrontar este nuevo ciclo.

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