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JC Herrero

Meter una vaca en un Seiscientos

Carne de parrilla, de salida y llegada

Estos días veraniegos el “Qué me dices” de turno puso toda la carne en el asador político, siempre hay algún personaje público desbarrando, a la vez engordando al que le invitó a subir al coche del gobierno compartiendo el “BlaBlaCar” de un modelo Frankenstein que parece funcionar. El que se nutre de la proteína es siempre el mismo, otros son veganos, vegetarianos y de dieta con huevos.

Esta cogobernanza viene a ser como llenar un Seiscientos con más ocupantes de la cuenta, utilizas la baca del coche ya en la parrilla de salida marcando la ruta. El piloto o autista no tiene mayor problema, se agarra al volante y poco más, el resto de invitados que se subieron para no pagar transporte público van cayendo por su peso: o bien se tiran en marcha por el capó de atrás dejando vicepresidencias, o se cuelgan del techo aferrados a la baca tal que un ministro confunde la “b” con la “v” y encarama una buena novilla que le cornea por ir de vegano. Hay cambio en esta parrilla ministerial y también de quienes calcan el botón legislativo de los síes facilitándole la chuleta al conductor.

Ya lo anunció San Agustín eso de tentar a la carne, la ambición política te hace débil, y dado que el demonio está en los pequeños detalles es bueno abundar en la carnaza con tal que tú sigas conduciendo. Así, uno puede ser “carne de cañón” y aceptar una cartera ministerial cuando no te toca; “carne trémula” si vaticinas que te pueden endiñar una moción de censura y se te mueven los mofletes. También puedes darte el filete con los de tu ideario, o sea, los “carne de tu carne” pensando que el que llevas en el coche es de los tuyos, pero no. Entrados en carnes, alguno de tus socios del proceso, que estuvo ausente por sentencia con alojamiento y todo incluido, regresa al vehículo con más volumen de la cuenta complicándote la vida y llanta del utilitario. Por último la “carne de gallina” que se nos pone cuando sale el autista conductor presumiendo que se zampa un chuletón de Ávila a la salud del que se va a caer con todo el equipo, a fin de cuentas se pone las botas a dos carrillos gracias a los ilusos que se subieron a su Seiscientos sin tan siquiera hacer autostop. Con estas parrillas la oposición está de más, ya se la fabricó el propio guía encarnando un rol único en la historia reciente de un país que vive a expensas de las vacaciones, al filo de las vacunas y con una vaca en la baca de este singular coche nacional.

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